Según
datos de la FAO nueve millones de niños argentinos pasan hambre, muchos de
ellos hasta la muerte. Que esto suceda
en el país que figura en el tercer lugar entre los mayores productores de
alimentos es algo que nos invita a meditar sobre las cualidades morales del Sistema
de valores imperante en el planeta. Argentina no es un caso aparte, ni mucho
menos, aunque muchos comentaristas se apliquen a convencernos de lo contrario.
Hasta llegó a ser uno de los más ejemplares cumplidores de las recetas del FMI.
En tiempos, fue el “país del futuro”.
Cuando yo era un muchacho, en Argentina había pobreza, mucha pobreza,
pero no hambre. Ahora me cuentan
que, en clase, hay niños que caen desmayados, con el estómago vacío.
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