Ahora resulta que al infortunado Papandreu, elegido
democráticamente por los griegos, le viene a sustituir un tal Papademos, un
tecnócrata, un secuaz de lo que Krugman ha llamado el Comité del Dolor
(integrado por banqueros, grandes empresarios y tiburones de las finanzas).
Presenciamos, en primera fila, la quiebra de la democracia griega, en la
línea de lo que yo me temía. Es
mismamente como si aquí padeciésemos la súbita ascensión de Boyer, Rato, Pizarro o a Zutano a la jefatura de un pomposo gobierno de salvación
nacional encaminado a satisfacer las exigencias del Comité.
La operación de desplumar al pueblo griego que el señor Papandreu
no pudo llevar a su término satisfactoriamente pasa a ser encomendada a un
tecnócrata, el cual, por no deberse a dicho pueblo en ningún sentido, es de
suponer que no se detendrá ante nada. (Es de suponer, porque no se va muy lejos
cuando la legitimidad del sistema se ha quedado a cero.)
Y
ya Goldman Sachs pide para Italia la misma fórmula. El secuaz elegido para
sustituir a Berlusconi será, al parecer, el señor Mario Monti, otro tecnócrata,
de quien se espera que haga lo que Berlusconi, pendiente de sus electores, dijo
que haría –desplumar a los italianos– pero que hizo sólo un
poquito, consciente de que hacerlo de verdad sería como suicidarse.
No es que yo simpatice con Berlusconi, pero no estoy dispuesto a dejarme manipular: los italianos lo eligieron, lo que no es el caso del señor Monti. La jugada es demasiado fea, demasiado antidemocrática, y la sola idea de que se repita merece una repulsa general.
Claro que esto no importa, porque aquí lo que se necesita es un individuo con las manos libres, sin compromisos con el pueblo, decidido a aplicar la tijera, el rodillo y hasta el hacha. Y conste que la promesa de futuras elecciones no tiene ningún valor, pues si no se hiciese estaríamos hablando golpes de Estado convencionales. Claro que un golpe de Estado de los Mercados es cualquier cosa menos convencional.
No es que yo simpatice con Berlusconi, pero no estoy dispuesto a dejarme manipular: los italianos lo eligieron, lo que no es el caso del señor Monti. La jugada es demasiado fea, demasiado antidemocrática, y la sola idea de que se repita merece una repulsa general.
Claro que esto no importa, porque aquí lo que se necesita es un individuo con las manos libres, sin compromisos con el pueblo, decidido a aplicar la tijera, el rodillo y hasta el hacha. Y conste que la promesa de futuras elecciones no tiene ningún valor, pues si no se hiciese estaríamos hablando golpes de Estado convencionales. Claro que un golpe de Estado de los Mercados es cualquier cosa menos convencional.
Ya
nos habíamos indignado ante el hecho de que la clase política europea no se
comporte como tal. Ya nos habíamos percatado de que Papandreu y Berlusconi,
como otros, han sido esclavizados por el Comité del Dolor. Y ahora resulta que no eran esclavos suficientemente
dóciles sino gentes con tiquis miquis muy molestos. De ahí que el control pase directamente a los secuaces de dicho
Comité. Para vomitar.
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