Vivimos, como es sabido, en la era del dinero fiduciario, basado todo él
en la confianza, y precisamente es confianza lo que no hay ni puede haber en
las actuales circunstancias.
De ahí
que haya servido de tan poco que las
altas autoridades europeas hayan creado un fondo de un billón de euros para tapar agujeros, esto es, para tranquilizar
a los bancos, a las grandes empresas y, en general, a los magos de las finanzas
globales. No es de extrañar: ya no se sabe muy bien qué es lo que
demonios hay dentro de ese fondo, con la particularidad de que los sujetos a
tranquilizar saben mejor nadie que no es oro todo lo que reluce.
Se
está haciendo un esfuerzo supremo para impedir que se venga abajo el sistema. Nos encontramos ante un pirámide de Ponzi y no hace falta ser un genio para predecir un desastre mil veces peor
que el del año 29, con un coste político y humano que será, como mínimo, el de
entonces, espantoso, aunque se llegue a él a cámara lenta.
Me
quedan pocas esperanzas de que los mismos personajes sapientísimos que nos han
conducido a este desfiladero sean capaces de rectificar. No lo han hecho, luego
no lo harán. Les pasa como a los adictos a la heroína que, una vez enganchados,
la prefieren a cualquier otra cosa, al punto de parecer estúpidos y de
arruinarse a sí mismos y a sus familias, como ellos están arruinando a sus
pueblos, ebrios de ortodoxia neoliberal.
No tiene ninguna gracia pensar que estamos en manos de gentes así. ¿Cuándo entrarán en razón? ¿Cuando vean convertidos los billetes, los valores y los malditos bonos en papeluchos? Para entonces, el sistema político europeo habrá sido triturado. Nótese que Monti ha venido a rematar la obra iniciada por Berlusconi, como Papademos ha venido a rematar la obra de Papandreu, sin que nadie, ni los tontos, hayan recuperado la confianza, ese bien perdido, a todas luces incompatible con la acción de desplumar a los pueblos. EL BCE y Bruselas, ya metidos de lleno en esta acción demencial, deberían ir entonando un mea culpa, porque mañana será demasiado tarde, y cosa que digan será tenida por tramposa, malvada y antidemocrática.
No tiene ninguna gracia pensar que estamos en manos de gentes así. ¿Cuándo entrarán en razón? ¿Cuando vean convertidos los billetes, los valores y los malditos bonos en papeluchos? Para entonces, el sistema político europeo habrá sido triturado. Nótese que Monti ha venido a rematar la obra iniciada por Berlusconi, como Papademos ha venido a rematar la obra de Papandreu, sin que nadie, ni los tontos, hayan recuperado la confianza, ese bien perdido, a todas luces incompatible con la acción de desplumar a los pueblos. EL BCE y Bruselas, ya metidos de lleno en esta acción demencial, deberían ir entonando un mea culpa, porque mañana será demasiado tarde, y cosa que digan será tenida por tramposa, malvada y antidemocrática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario