Nada más insano que el
hábito de estar informado… He aquí
que la clase política del mundo entero está dando muestras de servir a fuerzas
oscuras, no a los ciudadanos, lo que equivale a arrojar la legitimidad democrática a los pies de los caballos.
Ya han empezado, en la somnolienta
Europa, las manifestaciones airadas, no por casualidad. Y ello con la
correspondiente movilización policial. Vuelve la violencia, tan asimétrica como
siempre.
¿Y qué hace España en estado de alarma continuado? No hay dónde descansar la vista, a menos que unos se abisme en el mundo de las bacterias,
¿Y qué hace España en estado de alarma continuado? No hay dónde descansar la vista, a menos que unos se abisme en el mundo de las bacterias,
El recién elegido presidente
de Kosovo se encuentra bajo la sospecha de haber liderado una banda de
traficantes de órganos. La banda era capaz de engordar a sus víctimas serbias, antes
de matarlas. Lo que parece haber ocurrido bajo las mismas narices de las
democráticas fuerzas multinacionales a las que Kosovo debe su independencia.
Horroriza
tomarse en serio y en profundidad el informe de Dick Marty sobre la banda
kosovar, que ya había estado, sin ninguna consecuencia práctica, bajo la lupa
de la fiscal Carla del Ponte.
No
tiene ninguna gracia constatar que las supuestas fuerzas del bien andan en
feliz combinación con las que obviamente pertenecen al lado oscuro. Y por eso
me resulta tan irritante enterarme de que el socialista (¿?) Sócrates hacía la
vista gorda ante los vuelos de la CIA. Pero nadie va a dimitir por estas cosas,
que dejarán de ser noticia. Guantánamo, el Dachau posmoderno, sigue donde
estaba, se diría que con naturalidad.
Vamos hacia atrás, y esto también se
nota en los detalles. Por ejemplo, en el hecho de que el banco suizo UBS se
permita decir cómo deben vestirse sus empleados. Hasta se les dice qué deben
comer y qué no. Así nos enteramos de que nadie debe comer cebolla ni ajo durante la semana, de
que las mujeres sólo deben usar ropa interior de color carne, y no de algodón, porque se
arruga, y de que los hombres, que bajo ningún concepto pueden dejarse crecer un
poco la barba, deben ponerse
zapatos serios, de los que hay que ponerse con calzador… Y otros mil detalles de los que no
puedo reírme porque representan otros tantos ataques contra la autonomía
personal. Es que da asco, realmente.