viernes, 6 de mayo de 2011

ESPAÑA: DOS PRIVATIZACIONES EN CIERNES


     He tenido ocasión de asistir a un interesante intercambio de opiniones sobre las dos privatizaciones que se preparan, la de AENA y la del Canal Isabel II, organizado por el Club de los Debates Urbanos en el Círculo de Bellas Artes.  Como es sabido, iniciada la jugada en tiempos de Felipe González, es poco lo que queda por privatizar.  La mayor parte de las joyas de la abuela ya ha sido vendida al mejor postor, a  mayor gloria del capitalismo salvaje y de los ingresos rápidos. 
    Ahora les toca el turno a los aeropuertos y al agua, hasta hoy en manos del Estado, que, según se dijo, no lo ha hecho nada mal.  Nuestros aeropuertos figuran entre los mejores del mundo y destacan por los bajos precios ; el agua del Canal Isabel II se considera de primerísima calidad y, además, es barata.  ¿Qué ventajas ofrece la privatización? ¡Ninguna! Ni el director de AENA, en un tono tecnocrático, ni el consejero del Canal, en un tono simpaticón lindante con la grosería, partidarios ambos del nuevo modelo, fueron capaces de decir nada serio en defensa de sus tesis. La razón quedó, claramente, del lado de  quienes se oponen al  gentil traspaso de bienes públicos a los tiburones de las finanzas.
    Los partidarios de privatizar tienen ahora la desventaja de que el buen público ya sabe en qué terminan las promesas neoliberales; sin embargo, y me llamó mucho la atención, siguen apelando a la fe. Están seguros de que se saldrán con la suya y se les nota. El problema es que los platos rotos los pagaremos nosotros. 

lunes, 2 de mayo de 2011

NOTICIA DE LA MUERTE DE BIN LADEN


    Es la noticia del día. La casa donde se escondía, no lejos de Islamabad, fue asaltada por un comando norteamericano. Bin Laden, un hijo suyo, una mujer y algunos más murieron en el ataque; él, de un tiro en la cara. Se nos hace saber que su identidad ha sido verificada satisfactoriamente con una prueba de ADN y que su cadáver ha sido arrojado al mar.
    El presidente Obama se ha declarado orgulloso de la operación, muchos norteamericanos están ahora mismo celebrando lo sucedido, y  se oyen aplausos, muy llamativos, por ejemplo, los de Durao Barroso. ¿Hay en todo ello algún motivo de orgullo, alguna razón para unirse a estos aplausos? Sinceramente, creo que no.
    Que yo sepa, no se trata de una película de Sam Peckinpah, sino de realidades que nos afectan. 
   El orgullo de Obama estaría justificado si Bin Laden hubiera sido detenido y llevado ante la justicia, única manera de dejar bien clara la superioridad moral de la que tanto presumimos. Ciertos tiquis miquis legalistas no se inventaron por capricho: ¿alguien conoce alguna otra manera de llegar al fondo de la cuestión y de depurar las responsabilidades? 
    Saltarse la ley ha sido siempre una de las prerrogativas del poder  (“ley de fugas”, “operaciones encubiertas”); ahora bien, aquí hay algo nuevo: el espectáculo. Y no considero una buena señal que se celebre, con tanta naturalidad, un “asesinato selectivo”, ya engarzado –por otra parte– en una historia que tardaremos muchos años en desentrañar. Los modales del poder están empeorando y esta es, desde luego, una mala noticia.

viernes, 15 de abril de 2011

LA REVOLUCIÓN DE LOS MUY RICOS


   Estoy hartísimo de los discursitos habituales, harto de los políticos que, en lugar de personas, parecen marionetas. Sí, estoy harto de oírles  hablar mal, harto de los latiguillos que les eximen de razonar, harto de que nos tomen por tontos.
     Los expertos en marketing se han enseñoreado sobre la conciencia de los representantes políticos de la humanidad. Y esto no sólo porque les encanten las recetas de Karl Rove. Porque la cosa se las trae: para ser intelectualmente decentes tendrían que hablar en términos de poder que darían náuseas a las gentes de bien... Es la hora de los hipócritas y de los cínicos:  asistimos a la revolución de los muy ricos, con la consiguiente explotación de grandes masas humanas y con la consiguiente sucesión de acciones de guerra encaminadas a acaparar los recursos menguantes. He aquí, para vergüenza de nuestra civilización, a una galopada nihilista en toda la regla. 

lunes, 4 de abril de 2011

EL CASO JALID SHEIJ MOHAMMED



Se acaba de anunciar que el presunto responsable intelectual de los atentados del 11 de septiembre, Jalid Sheij Mohammed, será juzgado, a puerta cerrada, por un tribunal militar, en Guantánamo, el Dachau posmoderno. 
    Es una noticia pésima, escandalosa, como lo será el silencio de las más altas instancias planetarias ante la correspondiente farsa, completamente ajena a la moral y al derecho. Vamos por muy mal camino, hacia la canonización de una infumable dualidad, con leyes por un lado y sin leyes por el otro. Ya no estamos ante un suceso oscuro, acaecido en algún sótano, sino ante la exhibición de una manera extravagante de entender la justicia. Como no será, que hasta ha reaparecido, de manera oficial, la tortura.
    Por lo que parece, el señor Mohammed, víctima de 185 sesiones de “ahogamiento simulado”, se ha “autoinculpado”…  y ya no hay quien pare la pesada maquinaria  que el  presidente Bush le dejó en herencia a su sucesor.
   De paso, nos enteramos de que hay en Guantánamo un buen número de presos que, ya exonerados, allí se pudrirán por la sencilla razón de que ningún país se digna a acogerlos. Si el “mundo civilizado” consiente este tipo de cosas, a buen seguro perderá el escaso crédito moral que le queda. 
    La excepcionalidad del caso no justifica estas barbaridades, ajenas a los   los requerimientos elementales de la justicia. Además,  ¿quién nos garantiza que el señor Mohammed no ha sido seleccionado como chivo expiatorio? ¿Quién podrá demostrarnos que se ha avanzado seriamente hacia el esclarecimiento de la verdad? 

lunes, 21 de marzo de 2011

¿QUÉ HACEMOS EN LIBIA?


    El presidente Zapatero, al igual que Aznar en su momento, nos involucra en una guerra sin pasar por el parlamento.  Ha esgrimido propósitos humanitarios. En teoría, uno puede concebir una acción bélica humanitaria, en defensa de los derechos humanos, pero, ¿cuántas de ese noble género nos ha sido dado conocer a lo largo de la historia? 
     La coartada humanitaria es, a la luz de la historia reciente, la más sospechosa de todas:  la manera habitual de proteger a los inocentes es como para echarse a temblar.
    Antes de celebrar la acción emprendida contra Gadafi haríamos bien en recordar las enseñanzas del viejo Tucídides, pues nos encontramos ante un asunto de poder, cuya lógica subyacente será descifrada en el futuro… Lo que acaba de empezar va para largo, aunque –como de costumbre– se nos haya hablado de una campaña breve.
    Vale la pena subrayar la reacción de la Liga Árabe. Estaba a favor de unas zonas de exclusión aérea, pero, a la vista de los hechos, acaba de declarar lo siguiente, por boca de su secretario general,  Amr Moussa: «Lo que está ocurriendo en Libia difiere del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea, y lo que nosotros queremos es proteger a los civiles y no bombardear a más civiles».  El humanitarismo es incompatible con el daño resultante, y usarlo como coartada es un pecado contra la humanidad, una felonía, aparte de una torpeza si de lo que se trata es de dar lecciones de moralidad.

jueves, 17 de marzo de 2011

FUKISHIMA, ÚLTIMO AVISO


    Estamos con el alma en vilo, asistiendo a la  lucha por limitar el accidente nuclear, hasta ahora llamado “incidente”.
    Con tristeza, confieso que mi atención propende a desviarse del dolor de las víctimas del terremoto y del tsunami, de la catástrofe natural al accidente causado por la arrogancia de quienes han creado el monstruo de Fukushima. 
   Todas las seguridades que nos han dado han acabado en nada, como era de temer. Y ahora, como en Chernobil, el destino de muchos depende de la abnegación de los “liquidadores”, metidos en una lucha titánica con medios asombrosamente primitivos.     
    ¿Cómo acabará esta pesadilla? No lo sabemos. ¿Cuántas mentiras tendremos que soportar? Muchas, a juzgar por la experiencia. ¿Cuántas víctimas directas e indirectas causará esta catástrofe que la humanidad se ha ganado a pulso? Que nunca serán contadas una por una, eso ya lo sabemos. Quisiera pensar que Fukushima es el último aviso. Porque no hacen falta más. 

martes, 22 de febrero de 2011

CON LIBIA EN EL CORAZÓN


    Sobrecoge pensar lo que está pasando allí.  Los acontecimientos de Túnez y de Egipto nos recordaban el inmenso poder de una protesta pacífica, en la línea de la resistencia activa no violenta de Gandhi, poder en el que se fundan, en medio del absurdo en que ha caído nuestra civilización, nuestras esperanzas, las pocas que nos quedan. Gandhi consiguió echar a los ingleses por ese procedimiento, como los tunecinos y los egipcios se las han arreglado para obligar a sus respectivos tiranos a arrojar la toalla, lo que hasta hace poco habría parecido imposible.
    Gadafi  ha optado por defender su trono a tiros, lo que, en mala hora, nos recuerda los límites de la resistencia activa no violenta y, de paso, los límites del concierto internacional en que nos movemos.  Sus alevosos procedimientos represivos y sus amenazas pueden inducir a muchos de sus oponentes a olvidarse de la no violencia. De momento, lo único claro es que, mimado por el FMI, sentado sobre sus pozos petrolíferos, Gadafi ha emprendido una huída hacia adelante. Ahora veremos hasta dónde le dejan llegar sus valedores, esos que, con gusto, iban a sentarse en su lujosa tienda con los ojos puestos en sus propios intereses. Que Gadafi era inmanejable, eso lo sabíamos todos.