domingo, 18 de abril de 2010

EL CASO DE ALEXA GONZÁLEZ

  Ya me referí al caso de Alexa, una niña de 13 años que fue arrestada, esposada y conducida a la comisaría por el espantoso delito de haber dejado constancia en su pupitre, con rotulador lavable, de su afecto por dos  compañeras de clase. No sé qué se consideró peor, el atentado contra el pupitre o la frase “y love Pepita and Menganita”. La niña, tras  dos horas en comisaría, se pasó dos días seguidos vomitando, lo que figura en la demanda que su madre ha interpuesto contra la policía de Nueva York y contra los responsables de Educación, por daños y perjuicios.  Así nos enteramos de que este no ha sido el único caso. Estoy incondicionalmente de parte de Alexa y a duras penas puedo contener el asco que me inspiran los partidarios, cada vez más numerosos aquí como allá, de apelar a la “mano dura” para encubrir los problemas de la gente menuda.Seguiré informando.

miércoles, 14 de abril de 2010

LA POLÍTICA DEL JUZGADO

   No me parece normal que el debate político se traslade a los juzgados. ¿No será este un pequeño anticipo de la política del futuro? Esperemos que no. Lo que está claro es que, si se meten bajo la alfombra ciertas responsabilidades históricas, acaba por ser necesaria la intervención de un juez como Garzón. Pero ahora resulta que lo acusan, a pesar de los matices de su auto, de prevaricación, y que corre el peligro de ser inhabilitado por veinte años. De ahí pasamos, sin posible remedio, a que sus acusadores se vean asimismo acusados de prevaricación. La cosa va para largo, como el Estatuto catalán, no por casualidad atascado en el Tribunal Constitucional. Si las cosas se hubieran hecho bien, no habría llegado allí y el alto tribunal no se vería forzado a tomar decisiones políticas.
   Ya estamos todos  pendientes, con esquinada mentalidad de leguleyo, de tal o cual frase, sin el menor avance político, como si aquí siempre hiciera falta una autoridad superior, encargada de establecer la blancura o la negrura de asuntos que a todos nos compete. En lo tocante a la trama Gürtel, por ejemplo, vivimos pendientes del sumario, cada vez más gordo, a la espera de la sentencia, ya que no de de unas consecuencias políticas  lógicas e inteligibles.
    Y por encima, un lenguaje tremendo: una manifestación de apoyo a Garzón se convierte en un golpe de Estado contra la democracia, en guerracivilismo; el  fascismo está alojado en el Tribunal Supremo, se responde; lo de Gürtel se convierte en una conjura policial contra el PP, nos dice Alvarez Cascos, como si la cosa tuviera ramificaciones judiciales mucho más complicadas... Si se menta el Estatuto catalán, se oyen cosas tremendas también: que España se rompe o que  o Cataluña sufre una asfixia intolerable.  Yo no lo veo normal. 

lunes, 12 de abril de 2010

¿QUIÉN PAGARÁ EL PATO?

  Estamos metidos en una crisis de pésimo pronóstico, por lo que, más que nunca, los ciudadanos del montón debemos estar en guardia, ante la eventualidad de que el “sindicato de intereses” (banqueros, financieros, burbujistas, etc.)  nos obligue a pagar el pato mediante una sucesión de chantajes mucho peores que los padecidos hasta la fecha.
    Las llamadas a la austeridad y las predicaciones a favor de la flexibilización del mercado laboral, las rebajas salariales y los recortes del Estado de bienestar, aunque ya clásicas, están de moda. Se trata, se masca en el aire, de preparativos para una acción encaminada a que paguemos  el pato sin chistar.  
   Nótese que ni por descuido se habla de meter mano a las arcas de los acaudalados (por ejemplo a las misteriosas Sicav). Tampoco se habla de limitar los gastos militares, ya comprometidos, ni menos de poner fin a la escalada de gastos suntuarios o futbolísticos.  Aquí, nos dicen, el problema es el Estado de bienestar, acerca de cuyo consensuado raquitismo no se considera oportuno decir ni pío.
   Por lo visto, aquí nadie ha traficado ni traficará con el sudor ajeno y nadie, salvo nosotros,  ha hecho el loco y merece castigo. De donde resulta que los mileuristas, los pensionistas y los parados, tanto los que tienen esperanza de trabajar como los que no, se verán racionalmente forzados a apretarse el cinturón…  Ante todo, la sostenibilidad del Sistema y dar aire los “creadores de riqueza”, campeones de la justicia social.
   Se pueden decir muchas tonterías, pero no nos llamemos a engaño: lo que está en juego es la propia salud del sistema democrático en que habitamos, pues si éste se limita a servir al sindicato de intereses,  veremos evaporarse su legitimidad de la noche a la mañana. Es de lamentar que los que nos hablaron del fin de la historia se hayan creído su propio cuento. 

viernes, 9 de abril de 2010

GUANTÁNAMO COMO ACUSACIÓN

   El grado de civilización alcanzado o perdido se revela en el trato que se dispensa a los inocentes. Y como era de temer, resulta que la mayor parte de las personas que fueron a parar a Guantánamo pertenecían a esta categoría.  Estamos hablando de cientos de personas,  menores de edad incluidos, llegadas hasta este campo de concentración tras haber sido compradas a razón de cinco mil dólares por cabeza. Encima, la administración Bush sabía que eran inocentes, como acaba de revelar Tim Reid, en The Times (http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/us_and_americas/article7092435.ece). Tenemos que vérnoslas con una monstruosidad, en cuya materialización la Europa de las libertades y de los derechos humanos ha tenido su parte, como ya nos hizo saber Dick Marty. Si de lo que se trataba era de neutralizar a los terroristas de verdad, la chapuza no ha podido ser mayor; ahora bien, si de lo que se perseguía era burlarse de la ley a la vista del mundo entero, aterrorizarlo y dar razones de peso al odio y la venganza, la operación tenebrosa ha sido un "éxito". 
    Si  tenemos en cuenta que Guantánamo ha sido  una especie de escaparate, mejor no pensar en lo que ha podido suceder en las cárceles secretas de Polonia y Rumania. Viene a la memoria el recuerdo de Dachau, campo que los nazis tenían a bien abrir a las visitas, para que las camas bien hechas tranquilizaran la estuporosa conciencia  moral del mundo civilizado. 
    Y viene también a la memoria lo que  confesó el comunista Mikoian cuando se reconoció, en 1955, la inocencia de los perseguidos por Stalin: era “políticamente imposible” declararlos  inocentes  y obrar en consecuencia, porque eso hubiera sido tanto como revelar ante propios y extraños que –cito textualmente– “el país no estaba conducido por un gobierno legítimo sino por una banda de gángsters”. 
   
   

EL PRECIO POLÍTICO DE LA CORRUPCIÓN

   ¿Es el votante de hoy menos sensible que el de ayer  ante el problema de la corrupción? Las urnas nos darán muy pronto la respuesta. 
   Para que nos hagamos una idea: en tiempos de la República, Alejandro Lerroux, a quien los estafadores Strauss y Pearl (inventores del estraperlo) regalaron un caro reloj, fue castigado con dureza en las elecciones de febrero de 1936: de tener ochenta diputados, su Partido Radical pasó a tener sólo ocho.  En tiempos más recientes, el predicamento ético de los socialistas de Felipe González  se vio arruinado no sólo por el GAL sino también por las corruptelas, y lo pagaron en las urnas.
    En teoría,  admitiendo que cierto grado de corrupción acompaña al ejercicio del poder, se considera demostrado que una democracia se encuentra mejor protegida contra este mal que una dictadura, por definición incapaz de liberarse periódicamente de sus parásitos.  Pero me intriga el veredicto de las urnas en lo tocante a la trama Gürtel y a las actividades del señor Matas. Si a la hora de la verdad, la Gürtel no pasa factura al PP, tendremos motivos para  exigir una revisión a fondo de los mecanismos de autopurificación de nuestro sistema político, cuyo saneamiento, en contra de lo que creen algunos miopes y ciertos oportunistas, no puede estar únicamente en manos de la policía y de los jueces.

miércoles, 31 de marzo de 2010

SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LA CLASE POLÍTICA

    La clase política española está perdiendo a ojos vistas la confianza de la gente y esto es muy peligroso. Cuando los políticos van a lo suyo con olvido de sus responsabilidades, una sociedad corre peligro. 
   Los juegos entre los "conservadores" y los "liberales" de espaldas a las necesidades del país acabaron con la Restauración canovista, siendo lo demás una penosa consecuencia. Y no es que nos persiga una maldición particular. Los juegos de la clase política alemana, acabaron con la República de Weimar. Tanto en nuestro caso como en el alemán, como también en el italiano, se perdió la fe en la democracia casi de un día para otro. Ni Mussolini ni Hitler ni Franco surgieron como por ensalmo. Cualquiera que repase la historia latinoamericana podrá confirmar la regla fatal: los juegos entre colorados y blancos a expensas del bien común dejaron paso a dictaduras más o menos atroces y duraderas. Cuando los políticos empiezan a abusar estúpidamente de legitimidad democrática, hay que dar la voz de alarma. Cuando se oyen justificadas diatribas contra “los politicastros” y “los corruptos”, mala cosa:  siempre hay un tirano en la penumbra, a la espera de que todo se pudra, a la espera de que su audiencia madure, a la espera de que la gente se harte de la “partitocracia”.   

martes, 30 de marzo de 2010

VAMPIRISMO ESPECIALIZADO

   Varios Estados norteamericanos, con las arcas vacías, andan a vueltas con la idea de hacerse con unos dólares por el simple procedimiento de imponer impuestos especiales por corte de pelo, lustrado de zapatos o servicios de tintorería (http://www.nytimes.com/2010/03/28/us/28taxes.html ).
   Todo indica que nos vamos adentrando en una fase caracterizada por actividades de vampirismo económico especializado, dirigidos a “la pobre gente que paga impuestos”, una expresión medieval que  haríamos bien en recuperar.
   Lo serio sería meter mano a las arcas de quienes han causado esta crisis y proceder a lo que en su momento se consideró inevitable, a saber, a la refundación del capitalismo sobre una base sensata, como se hizo en Bretton Woods. Pero no se hará ni lo uno ni lo otro, y es de temer que el ciudadano de a pie sea objeto de pequeñas succiones. La gracia está en no alterar las reglas del juego y en la aparente insignificancia de los ataques a su bolsillo. La libertad de mercado, para los peces gordos, para los demás succión. 
   La suma total de lo succionado a muchísima gente promete grandes cosas, y lo que pueda sucederles a los que se queden exánimes no representa ninguna clase de obstáculo moral. Ya  hay que pagar por la recogida de basuras, hasta ayer un servicio público gratuito. Los radares situados en puntos estratégicos de la ciudad y de la red de carreteras atacan el bolsillo de los conductores más prudentes… Nada de esto es casual, como no lo será pagar un canon en función de la complejidad del arreglo capilar.