lunes, 23 de mayo de 2016

Y EL 26 DE JUNIO, ELECCIONES GENERALES

     Ya cansado de los acuerdos imposibles y los juegos de prestidigitación  política, irritado incluso, enfilo con mis expectativas por la breve recta que conduce a las urnas. Confieso que tengo que hacer un considerable esfuerzo para reconocer lo obvio, a saber, que el 26 de junio tendrá lugar una cita electoral de la mayor trascendencia. No será una cita más en una situación de normalidad. Los resultados y la evolución de los acontecimientos pondrán a prueba la salud de nuestro sistema democrático y, al mismo tiempo, determinarán nuestro rumbo en asuntos mundiales gravísimos. Piénsese en el monstruoso peso de la deuda, en el vaciamiento de la hucha de las pensiones, en el artículo 135, en los recortes en educación y sanidad previstos para después de estas elecciones, en la miseria ciudadana y, por supuesto, en el TTIP.
     Desde el 20-D hasta la fecha, la única novedad de relieve ha sido la alianza de Podemos, Izquierda Unida y Equo, una fuerza cuyos límites no hay manera de calcular por adelantado, pero que por su sola existencia representa una aclaración de los términos de la batalla política en que nos vemos inmersos. Podemos ha dejado de jugar a la gallina ciega, ha renunciado a dárselas de centrista, o de pícaramente indeciso, para asumir la representación que ya le atribuían tanto sus adversarios como el grueso de sus seguidores, a saber, la representación de los votantes de la izquierda real.
      El nombre Unidos Podemos oculta la palabra izquierda,  pero ya da igual.  Sobre esta fuerza caerán  todos los proyectiles del repertorio neoliberal. Será tildada de comunista, leninista, trotskista, chavista, madurista y demás, se ponga como se ponga. A mi modesto entender lo peor que puede hacer es dar la menor señal de sufrir algún complejo de inferioridad. (Apréndase de la derecha, que de acomplejada  por motivos más que sobrados pasó, tras repetidos baños en asertividad, a no dudar ni de sus mentiras y  a presumir de una buena conciencia a toda prueba.)
     Como ya he dicho alguna vez el centro del espacio político no pasa de ser una ficción electoral. El centro es hoy una delgada tierra de nadie. De un lado, el frente neoliberal, del otro un frente antineoliberal. Ya le gustaría a uno que hubiera más variedad, pero no la hay. Lo que hay es temor. Y se votará bajo la influencia del temor, perfectamente justificado por otra parte. 
     Habrá quien vote al PP por miedo a lo desconocido y por creer que si se está incondicionalmente de parte del poder universal uno será objeto de trato preferente. Esta versión del síndrome de Estocolmo explica, en parte, que varios millones de españoles hagan la vista gorda a la corrupción y a los síntomas de narcolepsia.
    Habrá quien vote al PSOE con la esperanza de que a fuerza de compadreos con dicho poder, acierte a arrancarle unas migajas. Y naturalmente, algún votante habrá que votará a Ciudadanos imbuido de la misma ceguera, acaso con la esperanza de que Rivera sea un neoliberal más consecuente que Rajoy y, por lo tanto, aun más grato a los ojos de la Troika. Me refiero, claro es, a votantes que todavía no terminan de creer que el aludido poder pueda estar tan loco como para conducirnos a la ruina a todos, también a sus cómplices.
    Quienes temen a Unidos Podemos tienen, como se ve, tres opciones, y cabe pensar que son numerosos, como también son muchos los que votarán a esta opción en busca de algo que oponer a la galopada neoliberal.
    Ni qué decir tiene que también el votante de Unidos Podemos pasará por momentos de prueba, de temor. Temor a que Iglesias y los suyos se queden cortos o se pasen, temor a la reacción de poder, temor a un chasco como el de Syriza. Así pues, el temor que hasta ayer mismo se cebó en los negociadores, ahora ha vuelto a los votantes. Lo que no se detecta es ilusión. 

jueves, 14 de abril de 2016

DANDO LARGAS POR PURO MIEDO...

      Las idas y venidas para la no formación de gobierno revelan un miedo cerval  a quedar al descubierto como lo que se es. Se reprocha al PP que se limite a escurrir en bulto; pero a sus oponentes,  aunque parezcan más activos, se les puede hacer el mismo reproche.
     Se masca  un doble miedo, a perder votos y a  las reacciones de los poderes fácticos  locales y transnacionales. No es de extrañar que estemos donde estábamos ( y donde estaremos también mañana, y después de una eventual repetición de las elecciones). No se trata de miedos paranoicos.
      Para entender lo que nos pasa hay que tener presente la gravitación de la Bestia neoliberal, una máquina de destruir partidos y sistemas políticos. La situación de impasse no obedece a simples desavenencias personales ni a una ridícula pelea por las poltronas. Es el resultado de un oscuro fenómeno de poder, completamente patológico, para nada democrático, propio de estos tiempos de radical envilecimiento.
     Los acuerdos políticos entre fuerzas políticas distintas solo son posibles en función de los  altos intereses comunes. Pero  no hay manera de llegar a ellos cuando tales intereses, por la misma fuerza de los hechos, se han visto suplantados por los rastreros intereses de la Bestia neoliberal.
     Declararse a favor de la Bestia y levantar grandes olas de repugnancia viene a ser lo mismo. Declararse en contra de ella, le hace a uno merecedor de conmiseración, pues tal parece la mejor manera de provocar sus instintos carniceros, perspectiva que solo seduce a un puñado de valientes.  
     Declararse en parte a favor y en parte en contra, le hace quedar a uno como un tramposo o, en el mejor de los casos, como un estúpido. Se entiende que nadie quiera mostrar sus cartas, que se pierda el tiempo en cominerías, que ni se mente el artículo 135 de la Constitución, que no se hable ni del TTIP ni del TiSA, ni de los emigrantes, ni de  nada trascendente.
     Si el PP se declarase decidido a seguir bailando como un oso de feria al compás marcado por la Bestia, como hizo hasta la fecha,  acabaría políticamente en la ruina, en situación peor que la de Nueva Democracia. Su neoliberalismo hace tiempo que perdió la pátina de novedad y ya todo el mundo sabe que sirve en exclusiva a los intereses de una minoría de bandidos cuya pretensión es  retrotraernos a lo peor del siglo XIX.
     La hora de prometer no sé que capitalismo popular, no sé que sociedad de propietarios, no sé que bondades  del libre mercado, de las privatizaciones y de la propia austeridad, todo eso ya quedó atrás.  La Bestia, que ya no engaña a nadie. Ha agotado sus recursos de marketing. Ahora va a actuar por las bravas, como hizo en Grecia. Por lo tanto, mejor callar: eso no se puede decir. Vamos, que ningún canalla presume de serlo. Y por eso guarda silencio el PP, como callan los empresarios y los especuladores (cuyo autodominio verbal en estos momentos nos indica que son los primeros en saber que no les conviene expresar sus auténticos deseos).
    La situación del PSOE y  Ciudadanos no es menos patética: creen de sabios poner una vela a Dios y otra al diablo. Se las arreglan para que solo veamos sus lindas intenciones sociales, enmascaran su repulsiva fidelidad a la Bestia. Seguro estoy de que tan tremenda contradicción los destrozará. La creencia de que desalojar a Rajoy  equivale a tener un programa “de progreso” es de género tonto. No resistirá el primer empujón de la dura realidad. 
     El caso de Podemos es más complejo, pero tampoco está exento de patetismo. Sobre él pesan los mismos miedos incapacitantes. Ha jugado y pretende seguir jugando a la "centralidad".  Se supone que lo mejor es vestirse de oveja,  por aquello de que las elecciones las deciden los votantes de centro.  Al parecer, es cierto por lo que se refiere a las circunstancias normales,  pero, ojo, porque las de ahora no son normales en absoluto. Que yo sepa, además, a estas alturas ya nadie se fía de las ovejas.
     Podemos da una de cal y otra de arena,  propina coces y amaneradas cortesías  en plan metódico, otra forma de marear la perdiz. También este partido tendrá que elegir. En la actual situación, aunque la aglomeración en el espacio central se preste a engaño,  no hay centralidad que valga. Ya lo veremos pasado mañana, en cuanto se agote la paciencia de los chantajistas de Bruselas.
     En definitiva, o Podemos paga el precio de la domesticación y se gradúa en acomodación, o tendrá que de estar a la altura de las expectativas ciudadanas que le dieron vida, de las que precisamente depende su supervivencia y su crecimiento. No hay término medio.  A diferencia de los otros partidos mencionados, Podemos nada perderá si lo reconoce de una vez por todas.
     O con la Bestia o contra ella. Y como la Bestia, implacable en eso de que conmigo o contra mí, ya sabe que Podemos no nació para darle el gusto ni en público ni bajo cuerda, este partido se engañaría a sí mismo si creyese posible y ventajoso camuflar su razón de ser. ¿Qué ganaría si dejarse pervertir, quizá en nombre de una responsabilidad mal entendida, por los miedos que atenazan a los demás? Nada. Como esos miedos amenazan con reducir nuestra democracia a una mascarada lamentable, bueno sería que por responsable se entendiese el comportamiento de aquel que no se dejase manipular por ellos.

viernes, 8 de abril de 2016

EL COLMO: SEGUIMOS DE “NEGOCIACIONES” PARA FORMAR GOBIERNO…

    Como era de prever, el PSOE, Ciudadanos y Podemos han sido incapaces de entenderse. Ahora parece que Pablo Iglesias consultará a las bases de Podemos para que sean ellas las que decidan si se debe o no  dar vía libre al proyecto del PSOE y Ciudadanos. Que nadie desee ser considerado responsable de que se vaya a nuevas elecciones no es estímulo  suficiente para que unas negociaciones de este tipo lleguen a buen puerto. Los señores negociadores deberían renunciar a esta modalidad política de avestruces, sacar las cabezas de sus respectivos montículos y reconocer de una vez que no van a entenderse nunca con movimientos del trasero que ya empiezan irritar a los bienpensantes y a los indignados por igual.
     Yo opino que Podemos debería allanar el camino a un gobierno PSOE-Ciudadanos basado en el acuerdo programático suscrito por estas dos fuerzas. Mas vale pájaro en mano que ciento volando.
     Es cierto que ni siquiera sobre el papel se puede considerar estupendo  ese acuerdo. Como ha sido pergeñado para no perder votos, entre una cita electoral catastrófica y una posible repetición de las elecciones, como se redactó con la vista puesta en atraer a Podemos,  no es lo que se dice de fiar. Si se llegase a un gobierno PSOE/Ciudadanos, lo más probable es que sea pulido hasta la desfiguración.  Ahora bien, no por ello es completamente despreciable en estos momentos: contiene ingredientes mejores que el tremendo más de lo mismo que nos espera si Sánchez se estrella. 
     En su pacto con Ciudadanos, el PSOE  ha dejado ver hasta dónde es capaz de llegar. Quiere moverse dentro del terreno de juego convencional, sin saltarse ningún límite, y eludiendo cualquier confrontación directa con los amos del cotarro, tratando, al mismo tiempo de recuperar apoyo electoral entre las numerosas víctimas de estos, escondiendo, de cualquier manera y con muchas sonrisas, lo contradictorio de ambos propósitos. Pedirle que se comporte como una izquierda seria es pedir peras al olmo y, además, así está en su papel, para felicidad del grueso de sus votantes.
     Ya es mucho que Sánchez haya preferido ir del brazo de Rivera y rechazar Rajoy (como es mucho que Rivera haya preferido a Sánchez). Y visto lo visto, ¿qué sentido tiene forzar a esta pareja a ir más allá de sus posibilidades? Yo no le veo ninguno, como no le veo ventaja alguna a los insultos oportunistas, que están envenenando la atmósfera del público espectador.
     En cambio, le veo el sentido y la gracia a dejar que el PSOE y Ciudadanos se muestren como lo que son. Que expongan de paso a la vista de todos la futilidad de cualquier oposición blandengue contra el orden de cosas establecido. Eso, que jueguen el juego de la acomodación que tan bien conocen. 
      Si Podemos diese vía libre al tándem PSOE/Ciudadanos no solo conseguiría desalojar al PP del poder. Porque también ampliaría el campo de la izquierda propiamente dicha, única beneficiaria política de los palos que se avecinan. ¿Acaso le conviene pringarse en un gobierno débil obligado a vender como deliciosos  los recortes que figuran en la agenda de Bruselas? Yo creo que no, francamente.  Si uno piensa en los desafíos que se nos vienen encima, sería muy de agradecer contar, por lo menos, con una oposición seria, bien organizada, coherente, libre de compromisos incompatibles con su esencia, capaz de decir verdades como puños y, por lo tanto, en situación de ser creída,  perfectamente diferenciada de lo que se ha dado en llamar "la vieja política".  A buen entendedor pocas palabras: “más vale retroceder un palmo que avanzar un milímetro”. Es una cuestión de estrategia.

viernes, 18 de marzo de 2016

¿INHUMANOS O POSTHUMANOS?

     Europa se desliza, a cámara lenta, hacia la barbarie de sus tiempos más oscuros. Y esto, me digo, solo puede ser así por el olvido de sus antecedentes peores, en parte atribuible a los relevos generacionales, pero sobre todo a la recaída en el sórdido darwinismo social que inspiró al mismísimo Hitler, la clave de arco de la mentalidad neoliberal.  Hay varias hornadas de europeos formateados en función de los intereses neoliberales, poco o nada interesadas en la historia y sus lecciones, claramente desprovistas referencias morales y filosóficas de altura. No estamos simplemente, como uno quisiera creer, ante unos dirigentes de muy baja estofa moral. El mal habita en incontables europeos, no solo en aquellos que son víctimas del lepenismo y sus variantes. Hay miles de presuntos liberales que están en la misma onda, más o menos disimuladamente. 
    Las criminales políticas de los chantajistas de Bruselas en Grecia, ¿habrían sido posibles de no contar con el apoyo tácito de incontables europeos  bienpensantes? Lo dudo. Como dudo de que, sin considerable apoyo de clase bienpensante se pudiese seguir maltratando a los refugiados que llaman a las puertas de Europa en demanda de protección y asilo.
     A propósito de la idea de enviar a los refugiados a Turquía se me ocurrió decir, en una reunión, que me subleva el propósito de crear allí un campo de concentración gigantesco. Los reunidos saltaron como víboras.
     Es una buenísima idea, me dijeron, para limpiar las calles de Europa, para hacer posibles las devoluciones en caliente, para seleccionar después a los refugiados auténticos, que son pocos…
   El razonamiento: como los auténticos refugiados son pocos (?), no hay problema en asimilarlos, el problema es la avalancha de pillos, de individuos que quieren vivir bien a nuestra costa… A continuación, hablaron de la gentuza, de los peligros del “efecto llamada”, de las alemanas acosadas y violadas, de la infiltración terrorista, todos de acuerdo en que aquí no hay sitio, de que Europa tiene derecho a defender su modo de vida.
    Ya no me sorprendió que celebraran las alambradas, los muros, la acometida de los buldozers contra el jungla de Calais, las multas contra las acciones humanitarias a título individual, las políticas de Cameron, etc., etc. Intenté recordar la responsabilidad de Europa en las demenciales guerras y expoliaciones que han tenido este drama por consecuencia. ¿Responsabilidad?, se enfadaron. Ninguna responsabilidad:  hay pueblos atrasados, semibárbaros, medievales, a los que es contraproducente tratar de ayudar.
      Era una reunión de personas ilustradas y viajadas, antaño aparentemente progresistas, y  sentí náuseas:  Hablaban de los emigrados como otros, en su día, hablaron de los indios pieles rojas o de los judíos. ¿Inhumanos o posthumanos, de qué van estos europeos de mediano pasar? ¿De dónde sacan la estúpida creencia de que el sistema que maltrata a sirios, afganos, libios, iraquíes o lo que sea, tendrá a bien protegerles  a ellos de la barbarie que forma parte de su abecé? Encima de malos,  merecedores de un cero en empatía, los tengo por unos  imbéciles.

lunes, 7 de marzo de 2016

CREO QUE PODEMOS SE HA EQUIVOCADO

    Por lo visto no soy el único que tiene esta impresión en el campo de quienes no somos afectos ni al PSOE ni a Ciudadanos.  Íñigo Sáenz de Ugarte reprocha a Podemos su “maximalismo”. El profesor Juan Torres López, coautor del borrador de un posible programa económico de Podemos, ha dejado una bien razonada constancia de su incomodidad. El fiscal Villarejo se ha dado directamente de baja del partido, en señal de protesta.
      Iglesias y Errejón anuncian ahora que tienen –que siempre han tenido…– la “mano tendida", pero que yo sepa, la política del patadón y la mano tendida nunca ha funcionado. Y no le va a funcionar a Podemos, como tampoco a Rajoy, que acaba de anunciar, como gran cosa, que “esta semana” tendrá a bien llamar a Sánchez, como si aquí no hubiera pasado nada.
      Por el lado izquierdo no se suelen tomar en consideración dos hechos de la mayor relevancia. El primero  es  que el entendimiento entre Sánchez y Rivera comporta  la exclusión de Mariano Rajoy y, de últimas, su jubilación.  Este no era el guión de la Gran Coalición. Estamos ante una novedad que merece ser alentada en la medida de lo posible, no vaya a ser que el rajoyato se prolongue de una forma u otra como consecuencia del desdén de la izquierda. 
     Otra novedad es, desde luego, el texto del acuerdo firmado por los líderes del PSOE y Ciudadanos. Si estos no han querido bailar como osos en la feria monotemática del PP, es evidente que sí han querido ganarse la aprobación de los parlamentarios de la izquierda. De hecho, el documento que firmaron tiene tantos mimbres socialdemócratas que con toda razón el señor Rajoy puede decir que su política económica se iría al carajo en caso de aplicarse.
     Por descontado que ese documento no colma las aspiraciones de la izquierda, pero algo es algo, un indicio significativo, no el único, de que los tiempos están cambiado y de que los viejos mantras neoliberales ya no funcionan, admisión que por venir de partidos del mismísimo establishment merece interés y aliento, no desdén.
     Por descontado que Ciudadanos no ha cambiado de piel. Por descontado que el PSOE tendrá que hacer muchas cosas más para reintegrarse a la órbita de una izquierda seria, pero, ¿qué se gana desdeñando la propuesta? ¡Solo dañar a los líderes de Ciudadanos y del PSOE, dejarlos a los pies de las facciones más cerriles de sus respectivas formaciones y darle el gusto al IBEX y a los chantajistas de Bruselas!   No tiene gracia.
      Para colmo,  ya puesta a desdeñar ese acuerdo y a confundirlo con los gustos de la Gran Coalición, la izquierda se expone tontamente a que la tilden de intransigente e insaciable, de proceder maquiavélicamente, de jugar al cuanto peor mejor, y otras cosas por el estilo, encima sin ningún beneficio conocido.
     A quienes verdaderamente beneficia el desdén de la propuesta de Ciudadanos y el PSOE es a quienes desean continuar la galopada neoliberal a cara descubierta. Y me parece muy mal rechazar que otro gobierne en base a ese acuerdo habida cuenta de que la izquierda propiamente dicha carece la fuerza necesaria para gobernar por sí misma en estos momentos (lo que quizá sea una suerte, desde luego que nada fácil de reconocer como tal).  El horno no está para bollos. Y hasta podría ocurrir que, obligada a gobernar antes de tiempo, esta izquierda acabase pergeñando un programa de gobierno más o menos similar al que nos ha sido propuesto. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

LO BUENO Y LO MALO DE LA SESIÓN DE NO INVESTIDURA

    Lo bueno es que  por fin nuestros representantes muestran sus cartas en el Parlamento; y lo malo es que esas cartas vienen mal dadas: cualquier entendimiento posterior olerá a cuerno quemado, a chapuza contra natura. Las fuerzas que a izquierdas y derechas  han sido llamadas a refrendar la investidura de Pedro Sánchez han pegado tan duro y a la cabeza que no hay manera de imaginar un entendimiento futuro entre  apalizados y apalizadores.
     Como hemos visto, la propuesta de Pedro Sánchez y Albert Rivera ha sido virulentamente rechazada tanto por la derecha como por la izquierda. Rajoy se la toma por la tremenda, como un ataque directo contra su maravillosa política económica,  Iglesias la desprecia por su tibieza y su ambigüedad. No les falta razón a ninguno de los dos, no hay entendimiento posible. Es verdad que en esa propuesta hay, a pesar de la intervención de Rivera, ingredientes socialdemócratas contrarios a la galopada neoliberal, como es verdad que no en grado necesario para frenarla… Pero, ¿está Rajoy en condiciones de continuar su galopada sin inmutarse? No, evidentemente, como tampoco está Iglesias en condiciones de frenarla en seco.
   No es extraño ni tampoco infame que Pedro Sánchez y Albert Rivera hayan perfilado su propuesta sin perder de vista el asqueroso contexto neoliberal en que nos movemos y las filias y las fobias de los amos del cotarro. Otra cosa habría sido irresponsable por su parte. Como habría  sido una irresponsabilidad, y ya una locura, no introducir elementos de corrección. No se puede seguir en las mismas porque el sistema mismo está perdiendo legitimidad a chorros. Su propuesta me parece modesta en el mejor sentido de la palabra, esto es, concebida a la luz de la conciencia de los propios límites. En cambio, tanto la respuesta de Rajoy como la de Iglesias me parecen fruto de la desmesura, de la ausencia total de dicha conciencia. No es raro, por lo tanto, que tanto Sánchez como Rivera me parecieran  presidenciables a diferencia de sus feroces oponentes.
    Añadiré que no entiendo que la izquierda propiamente dicha no valore  la propuesta de Sánchez y Rivera. No entiendo que desperdicie la oportunidad de dejar fuera de juego al PP. No entiendo que desdeñe la posibilidad de hacer valer su peso, medida tras medida, en el Parlamento, ni que se olvide de que la llave de la gobernabilidad estaría en sus manos  (con la ventaja de que los palos de Bruselas se los llevaría otro).
    No entiendo que use en plan escandaloso la evidencia de que el PSOE ha sido y es parte del establishment (¡vaya novedad!) con la aviesa intención de burlarse de los pujos socialdemócratas de Sánchez, en sí mismo novedoso. ¿Qué gana la izquierda con dejarlo a los pies de la parte peor y dominante de dicho partido? No entiendo que no se contemple la posibilidad de que el sucesor de Sánchez sea precisamente de esa parte peor. No entiendo que se deje la puerta entreabierta para que se nos cuele en el sistema algún Monti. En fin, que ni entiendo ni trago la desmesura, la falta de sentido de las proporciones y de las propias fuerzas, y menos cuando se trata de ideales tan altos como la justicia social y de empresas tan difíciles como detener a la horda neoliberal.

lunes, 29 de febrero de 2016

LA INVESTIDURA IMPOSIBLE

    Seguimos a la espera de  gobierno. Salvo alguna novedad de última hora, la cosa va para largo. En un postrer esfuerzo por atraerse a Podemos, Pedro Sánchez le ha hecho llegar a Iglesias una versión de su acuerdo con Ciudadanos. Y he aquí que el líder de Podemos se ha apresurado a declarar que le parece vergonzosa, un mero corta y pega de dicho acuerdo, sin sal ni pimienta.  Y no es posible saber qué esperaba Iglesias, pues resulta obvio que Pedro Sánchez no podía ofrecerle ningún ingrediente incompatible con los gustos de Rivera, ya forzado al máximo.   
    Seguimos, pues, en las mismas, metidos en un círculo vicioso que podría servir de pretexto para algún juego de poder encaminado a imponernos un gobierno completamente libre de los compromisos sociales que Pedro Sánchez logró pactar con Albert Rivera.
     Habrá quien me diga que tales compromisos, por insuficientes y ambiguos, como todo lo relativo a la ley mordaza y a la reforma laboral, no valen el papel en que han sido escritos, por venir de quienes vienen.  Hay mucha ofuscación en el aire, tanta que ni siquiera se tienen ojos para ver en el acuerdo PSOE-Ciudadanos un primer reconocimiento retórico, por parte de figuras del establishment, de que aquí no se puede seguir gobernando de espaldas al bien común, como hasta hoy mismo se ha hecho con un descaro que hiela la sangre. Es un dato crucial. Claro que no cabe duda de que ese acuerdo fue escrito con el propósito de no enfurecer a los chantajistas de Bruselas y a los señores del IBEX y asimilados,  pero me pregunto quién se habría atrevido a escribir algo más osado en las actuales circunstancias, con la presente correlación de fuerzas. Y me digo que solo un demente o alguien sin escrúpulos.
    Hay quien no cabe en sí de rabia ante la evidencia de que Pedro Sánchez prefirió entenderse primero con Ciudadanos, antes que con la izquierda propiamente dicha, en lo que cualquiera puede señalar la mano de los santones del PSOE y del mismísimo IBEX. Pero hay que reconocer que Iglesias le pidió demasiado, de forma coactiva además, sin respetar su espacio. Vistas las cosas desde la calle, no da la impresión de que Sánchez e Iglesias pudieran formar un equipo funcional, con o sin intervención del IBEX. Y esto nos pone ante otro problema, no precisamente aritmético, de muy difícil solución.
    Ahora mismo, el señor Rajoy cree que, fracasado Sánchez, le llegará el momento de reaparecer por la puerta grande, listo para muñir la famosa “gran coalición”. Semejante hipótesis de trabajo no repara en el hecho de que a estas alturas las incompatibilidades van más allá de las personas. Puede que él le haya negado el saludo a Sánchez por considerarlo ya caído e irrelevante. Pero ya puede Sánchez irse a su casa que no por ello verá allanado, ni con toda la presión del IBEX, su entendimiento con el PSOE, ni con nadie más.
    Hace mucho, mucho tiempo que las relaciones del PP con el PSOE están por debajo de los estándares de lo que se entiende por buena educación.  Lejos están los tiempos en que los políticos de ambos partidos podían charlar amigablemente en los entreactos de sus labores.  Se han dicho tales animaladas que ya puede irse Rajoy también a su casa que ni con esas se volverá a la normalidad.
    Entre otras cosas porque tales animaladas han pasado al cuerpo social, sembrando no solo la división y la discordia sino también la necedad y la irracionalidad en dosis tremendas. Si ahora se impusiese la gran coalición como por ensalmo, a buen seguro que desde la calle no tendría visos de funcionar, que alteraría los nervios de los votantes tanto del PP como del PSOE, y que a los millones de votantes ajenos les valdría la primera instantánea del nuevo gobierno como prueba irrefutable de que todo es una farsa. En fin, con ello quiero recordar a los señores negociadores, también a los de Podemos, que la buena educación es para ellos un deber. Palabras tales como mentiroso, deshonesto, vergonzoso, indecente o ruin no pueden ser emitidas al margen de las elementales reglas de urbanidad, aunque vengan al caso.  Ya se ve adónde conduce la mala educación en política. A que nadie pueda entenderse, ni como aliado ni como honesto rival. 

miércoles, 24 de febrero de 2016

SOBRE EL PACTO DEL PSOE CON CIUDADANOS

      Sus signatarios hablan de un “pacto histórico”; por boca de Íñigo Errejón, Podemos lo condena y da por rotas las negociaciones con el  PSOE; Alberto Garzón también lo rechaza. No menos hostil se muestra el PP.
    Pedro Sánchez y Albert Rivera pretenden haberse puesto en situación de cosechar apoyos por la derecha y por la izquierda, pero no se ve cómo, dada la alérgica reacción de unos y de otros.  La posibilidad de configurar un “gobierno de progreso” PSOE, Podemos, Unidad Popular-Izquierda Unida se puede dar por perdida: estas dos fuerzas consideran obvio que el acuerdo que acaba de firmarse es de derechas, pura y simplemente, del gusto del IBEX y, por lo tanto, apropiado para atraer al PP en cumplimiento de los ideales de lo que se llamó “gran coalición”. Pero el cuadro es más complejo. El PP no quiere saber nada. Y además, y esta es la sorpresa, los términos del acuerdo, si uno se toma el trabajo de leerlo, no pueden ser del gusto del IBEX, ni tampoco de los chantajistas de Bruselas.
    A su manera, Pedro Sánchez parece haber comprendido que debe producirse como socialdemócrata más o menos creíble, única manera de impedir que el PSOE acabe como el PASOK.  Rivera, por su parte, ha comprendido que no hay futuro para nadie si se aplican los dogmas neoliberales al pie de la letra, ni tampoco riéndole las gracias al PP, caído en el autismo y el desprestigio.
     Siempre consideré fácil que se produjese un entendimiento PSOE/Ciudadanos, por la similar hechura  intelectual de los señores Sevilla y Garicano. Pero nunca imaginé que con semejantes economistas de cabecera se pudiese redactar un texto como el que acabo de leer, en cuya urdimbre hay más hebras socialdemócratas que neoliberales.
     No se trata de un texto revolucionario, pero sí de un texto que responde a las demandas de millones de españoles, en el que se incluye el propósito de acabar con la ley mordaza, una defensa del Estado de Servicios y un plan contra la pobreza y la precariedad, así como una clara voluntad no hacer sufrir a la clase trabajadora, para lo cual, consecuentemente, se promete hacer pagar más impuestos a los que más tienen. Vale la pena leerlo con un mínimo de detenimiento y teniendo presentes, para contrastar, los mantras de la legislatura que ha llegado a su final. Se trata, a no dudar, de un texto  vomitivo para los economistas de cabecera del PP y para sus patronos de Bruselas. Tan seguro estoy de ello que  no termino de entender que la izquierda en cuanto tal lo rechace de plano, sobre la marcha además.
      Es como si esta izquierda no se hubiera percatado de la correlación de fuerzas, nada favorable a los planteamientos inmoderados, como si se empeñase en correr más de lo autorizado por el tempo democrático y por el dictado de las urnas, como si hubiera caído en la trampa del todo o nada, del ahora o nunca, como si hubiera perdido la perspicacia dialéctica.
    ¿Si no se puede gobernar, qué problema hay en dejar que Pedro Sánchez gobierne con ese programa, habida cuenta que, si no lo cumple, si es un puro engaño, será fácil echarlo abajo? ¿Acaso no le conviene a la izquierda propiamente dicha poner a Sánchez en situación de descubrir por sí mismo cómo se las gastan los chantajistas de Bruselas? ¿Y no le conviene a esta izquierda ganar tiempo, a la espera de su propio refinamiento, de ganarse la confianza de más gente con su buen hacer de oposición, y a la espera de que cuaje alternativa clara y distinta de orden europeo? ¿Y qué sentido tiene desdeñar la evolución del señor Sánchez, habida cuenta de que en el futuro harán falta todas las fuerzas progresistas, también la suya, para frenar en seco y de verdad la progresión de la Bestia neoliberal? 

lunes, 22 de febrero de 2016

YO APOYO A VAROUFAKIS Y AL DIEM25

    El proyecto para Europa de Yanis Varoufakis se ha concretado en el movimiento DiEM25. Se trata de conseguir de aquí al 2025 la completa democratización del sistema político y económico europeo. Se parte de la evidencia de que en la actualidad la Unión Europea no es democrática.
    Recuerda Varoufakis, para decirlo todo con una sola frase, lo que le dijo cierta autoridad de triste memoria, aquello de que unas “elecciones democráticas no pueden modificar la política económica”. ¡Acabáramos!
    Los parlamentos nacionales operan en el vacío al igual que el parlamento europeo, sometidos todos a autoridades no electas insensibles a los requerimientos de la ciudadanía, dadas al secreteo, pringadas en negocios extraños y claramente compinchadas con los mandamases de las finanzas. Y Varoufakis da por descontado que, si nada se hace para remediarlo, en el 2025 a más tardar, tan loco y antidemocrático procedimiento conducirá a la desintegración de la Unión Europea, con consecuencias catastróficas para sus pobladores. DiEM25 se propone salir al paso de esta eventualidad y refundar el proyecto europeo antes de que sea tarde.
    Completamente harto de los usos hipócritas, gangsteriles e inhumanos de la Europa que padecemos, apoyo a Varoufakis y a DiEM25. Y me complace saber que hasta el papa es partidario de la refundación. Esto no puede seguir así.
     Me gusta, como ya dije en un post anterior, que el llamamiento de Varoufakis se dirija a personas de distintas sensibilidades políticas de todas las nacionalidades, pues estoy convencido de que los males europeos no podrán ser remediados por acciones en solitario, de un partido o de un solo país. Para hacer frente a los graves problemas que nos afligen, desde el austericidio al drama de los emigrados, pasando por el TTIP el TiSA  y lo demás, necesitamos una plataforma potente, como espera ser el DiEM25, de ámbito internacional y profundas raíces sociales, como instrumento de expresión y presión, y también como instrumento de conocimiento, esto es, de defensa contra las manipulaciones en curso.
    Celebro en especial la voluntad democratizadora de DiEM25. Puede que a algunos les sepa a poco, por no fiarse ya del potencial de la democracia en orden al establecimiento de la justicia. Y precisamente porque tal creencia empieza a difundirse a ras de tierra,  la aparición de DiEM25 no puede más oportuna. Por un lado, porque nos permite reafirmarnos colectivamente como demócratas sin pecar de estúpidos; por el otro, porque los publicistas y los intelectuales orgánicos que sirven al establishment neoliberal se están arrogando el grotesco privilegio de monopolizar los términos democracia y libertad, dando por sentado que toda fuerza progresista es totalitaria y liberticida. No fue ninguna broma que Andoni Samaras metiera miedo en el cuerpo del electorado con la amenaza de que Tsipras convertiría a Grecia en una especie de Corea del Norte. Los de por aquí, en la misma línea, siembran la especie de que Pablo Iglesias y los suyos son de la estirpe de Fidel Castro, unos enemigos de la democracia, unos tipos deseosos de conquistar las instituciones para cargárselas.  ¡Y ya está bien de sofismas! 
     Considero la aparición de DiEM25  una nueva señal de que la era neoliberal y antihumana se acerca a su fin. Como claras son al respecto las apariciones de Jeremy Corbyn y de Bernard Sanders, que no habrían podido levantar cabeza hace unos años y que hoy cuentan con el apoyo millones de personas del mundo entero, entre las que me cuento. Y es que el neoliberalismo ya no tiene nada que ofrecer, nada de nada, salvo dolor, manipulación y represión. Véase a Rajoy, callado, a la espera de que el poder recaiga en sus manos. No tiene nada que decir, salvo dárselas de optimista al antiguo modo de Milton Friedman y sus secuaces.

jueves, 18 de febrero de 2016

A VUELTAS CON LOS PACTOS IMPOSIBLES

    Corre el tiempo y nada cierto se puede decir sobre los pactos que se trae entre manos Pedro Sánchez, ya emplazado a jugarse la investidura el 3 de marzo. Las así llamadas “negociaciones” parecen encaminadas a ninguna parte, esto es, a nuevas elecciones, y empiezan a irritar. 
    Todo porque el 20-D no ganó nadie, aunque todos cantasen victoria. Nadie se libró de sufrir pérdidas cuantiosas. Podemos no logró “conquistar el cielo”, Ciudadanos se quedó por debajo de sus expectativas, el PSOE sufrió un tremendo bajón, poco faltó para que Unidad Popular-Izquierda Unida desapareciese, el PP perdió su mayoría absoluta y quedó a merced de aquellos con quienes no sabe o no puede comunicarse.
     Tomados los resultados del 20-D en conjunto, se puede concluir que el electorado sigue más o menos donde estaba, ligeramente inclinado hacia el centro izquierda, como en tiempos de Adolfo Suárez. La suma de las fuerzas de signo progresista ha aventajado a las de signo conservador, pero por muy poco. Lo que quiere decir que hay mucha gente en este país que, por inercia,  por miedo a lo desconocido, por sufrir el síndrome de Estocolmo, por autoengaño o lo que sea, ha encajado los recortes y los chantajes sin sublevarse contra los principales responsables de lo sucedido.
      Con ser numerosas las fuerzas que demandan un gobierno de progreso, no son suficientes. No me parece un dato menor que Podemos lograse encaramarse al tercer puesto jugando como partido atrápalo-todo, jugando a la centralidad, a no ser ni de izquierdas ni de derechas. Y es muy significativo que Unidad Popular-Izquierda Unida, un partido que se ha distinguido por su claridad, quedase cruelmente descolgado, al filo del desastre.
    Todo eso indica que el electorado todavía no está en disposición de respaldar una opción clara de ruptura con las políticas que nos han empujado al presente desfiladero. Por algo será. La derecha conservadora ha recibido un aviso, pero también la izquierda, obligada a reconocer que, tomadas en su conjunto, las buenas gentes no quieren que sus representantes políticos echen a correr en plan vanguardia desatinada. Y como la posibilidad de hacer frente a los chantajistas de aquí y de allá depende de que las fuerzas progresistas cuenten con un amplio y generalizado respaldo social, harán bien en no ir por libre ni con prisa.
      En definitiva, creo que más nos vale contar con una oposición fuerte a las políticas austericidas que entrar a formar parte de un gobierno confuso y de corta duración. Los recortes, los desahucios y demás prácticas neoliberales se pueden combatir a pie firme desde la oposición, sin el peligro de quedar pringado en las soluciones a medias  o cosméticas que a no dudar se plantearán. De un recto, sensato y creativo ejercicio de oposición solo cabe esperar un aumento del  atractivo y del poder de convicción de la verdadera izquierda, sobre todo porque se ven venir nuevos y más terribles motivos de indignación por parte de quienes nos quieren imponer, paso a pasito, un modelo de sociedad hobbesiano, malthusiano y demencial. Quizá sea el momento de celebrar que ciertos pactos sean imposibles…

miércoles, 10 de febrero de 2016

CASO TITIRITEROS: ESTO NO HA TERMINADO

    Por fin, al cabo de cinco días, nada menos,  el juez ha excarcelado a nuestros dos titiriteros… Pero, ay, con una justificación que demuestra que seguimos metidos en un bucle de lo más inquietante. Se nos hace saber que ya no representan ningún peligro para la sociedad, no habiendo riesgo de fuga, no habiendo riesgo de “reiteración delictiva […] en razón de que ha sido incautado judicialmente todo el material”.
    Increíble pero cierto: el teatrillo y los monigotes se encuentran en poder de las autoridades. Si ya es fuerte imaginar a la bruja,  a don Cristóbal y demás títeres en el espacio reservado a bombas de relojería y quién sabe qué mecanismos peligrosos, me estremece imaginar cómo se encuentran los artistas, privados de su por definición simpatiquísimo e inofensivo medio de expresarse.
    La señora Carmena acaba de declarar que es una “buenísima noticia” que los artistas, por fin conocidos por sus nombres, Alonso Lázaro de Lafuente y Raúl García, hayan sido excarcelados. También para mí lo es. Se diría que la alcaldesa y yo temimos que no hubiera nada que hacer dada la magnitud de los cargos y la implacabilidad kafkiana del mecanismo. 
    Ahora bien, atención, porque libres en el sentido que he demandado en mi apunte anterior no lo son en absoluto. No solo se ven privados de sus monigotes y de su teatrillo; también de sus pasaportes. Todos los días tendrán que acudir a la comisaría, y los cargos (“enaltecimiento del terrorismo”,  “incitación al odio”, etc.), no han sido retirados. Les espera a lo que parece un calvario burocrático, a saber con qué final desgraciado en forma de multa o de enchironamiento, de acuerdo con la modalidad represiva que se encuentra en pleno rodaje.
     Como el lector ya habrá advertido, llamo artistas a Alonso Lázaro y Raúl García. Lo son y como tales deben ser tratados y defendidos, sin merma ni limitación. Merecen, por lo tanto, el respaldo de nuestros artistas e intelectuales, que en un asunto que les compete tan directamente no deberían verse obnubilados por cuestiones secundarias como el horario de la función, la falta de renombre de la compañía Títeres desde Abajo o sus proclividades anarquistas. La mema presunción de que la cosa no va con uno es de lo peor, y prefiero no poner ejemplos históricos.