lunes, 18 de junio de 2012

ELECCIONES EN GRECIA


   La euforia de la Europa pudiente ante la victoria del conservador Samaras debe ser motivo de conmiseración. ¡Hay que ver la suerte que ha tenido Tsiparas! Un poco más, y gana, y entonces habría caído sobre él todo el enjambre, toda la basura mediática.
    Lo único que tiene que hacer el líder de Syriza es esperar sentado el previsible e ignominioso final del tándem Samaras-Venizelos, dos pecios políticos desde el punto hora en que tragaron con el chantaje en sustitución del deshuesado Papandreu.  Si logran formar lo que pomposamente se llama un “gobierno de unidad nacional” para mejor servir a “los mercados”, peor para ellos. El problema es el sufrimiento de los griegos, y desde luego,  algo que debería también mover a hacer algo serio: de seguir Europa por este camino, dará la razón  a personas verdaderamente extremistas, a las que ya me parece estar oyendo afilar las espadas. Lo de Amanecer Dorado no es una pequeñez. 
    A  todo esto, la formidable pirámide de Ponzi sigue viniéndose abajo a cámara lenta, y seguirá, hagan lo que hagan Samaras-Venizelos. 

jueves, 7 de junio de 2012

DOS PREGUNTAS A JORDI SEVILLA Y JOSEP PIQUÉ


  Acabo de leer el  artículo  “Juntos, mejor”, aparecido en El País (6 de junio). Es de agradecer que, por fin, dos políticos de distinto signo, uno del PSOE y otro del PP, sean capaces de firmar tan llanamente un texto común, con la mirada puesta en problemas muy reales.
    De agradecer porque hemos padecido, una legislatura tras otra, una forma  suicida de hacer política, basada en la dialéctica del amigo y el enemigo, en el navajeo parlamentario y en los sofismas de los expertos en mercadotecnia política.  De donde resultó que ni las tareas de gobierno ni las tareas de la oposición fueron cumplidas dignamente, con el correspondiente desgaste del sistema democrático que asumimos en 1978, con el correspondiente aumento exponencial de la desconfianza en la clase política, sobre el que tan oportunamente ustedes llaman la atención. Y es que una clase política no puede vivir sistemáticamente de espaldas a la verdad, de espaldas a la gente, y haciendo de sus peleas intestinas un espectáculo… sin chamuscarse.
   Me parece bien el lema “juntos, mejor”, porque en plan riña de gatos podemos acabar todos en el infierno. Es cierto, además, que aquí hace falta un “plan estratégico” y sin duda también un “pacto de Estado” encaminado a su cumplimiento. Entiendo que ustedes traigan  a colación los  Pactos de la Moncloa, a modo de nostálgico motivo de inspiración.
   La política de ir poniendo parches es ruinosa, los ponga quien los ponga. Es el colmo, por otra parte, que todavía no exista dicho plan estratégico y que estemos viviendo, con crisis o sin ella, a lo que salga, consumiendo bienes materiales e inmateriales a tontas y a locas. Por no hablar de la manera insensata en que se está dilapidando el talento de las jóvenes generaciones.
    Es el colmo también que, a lo largo de los años, no se haya hecho otra cosa que ir por la línea del menor esfuerzo en pos de beneficios rápidos, que  se haya jugado en todo momento a favor del 1% y en contra del 99%, que no se haya parido una sola idea original, como si en este país sólo fuésemos capaces de copiar toscos argumentarios inspirados en folletos servidos por think-tanks de allende los mares.
    Ahora bien, echo en falta dos cosas en  el artículo, por lo que pido aclaraciones. El “juntos, mejor” me parece saludable a condición de que ustedes conserven sus respectivas señas de identidad política. Como hicieron los signatarios de los Pactos de la Moncloa. Si por juntos  se entiende confundidos y revueltos,  la cosa no me haría ninguna gracia, por insana y perversa.
    Habiendo hecho ustedes  un  uso ostensible de la "puerta giratoria" que lleva de la política activa a las altas esferas del empresariado, no vaya a ser que se hayan juntado por haberle tomado el gusto a estar en lo mismo.
    También podría ser que ustedes se hayan  tomado en serio eso de que la derecha y la izquierda son cosas del pasado, o el espejismo de que Sarkozy era un hombre de izquierdas, o el mito del fin de la historia, o el mito de los tecnócratas.  En tal caso, mal, muy mal. Su artículo pretende ser pedagógico, pero, cuidado, porque mezclar las identidades políticas conduce al caos y al descrédito de los mezclados. Les  hago notar que la calle ya ha dicho “ni PSOE ni PP”: ha visto que, más allá de las trifulcas para la galería, sirven a los mismos intereses corporativos. Y esto no se perdona.
   En segundo lugar, echo en falta en este artículo un pronunciamiento claro y distinto a favor de la gente. Esto me inquieta, no vaya a ser que estemos pensando en planes estratégicos completamente distintos, enfocados hacia metas opuestas.  Les pido, pues, una aclaración. ¿Están ustedes reclamando un plan estratégico y un pacto de Estado a favor del 1% o a favor del 99%? La respuesta no me resulta obvia, por eso solicito una aclaración.
    Y la respuesta no me resulta obvia porque he oído últimamente varias llamadas, todas sospechosísimas, a la unidad, a superar los enfoques partidistas, a arrimar todos el hombro, e incluso a dar paso a un “gobierno de concentración”… sin que en ningún momento se haya hablado de poner coto por las bravas –todos a una– al festín que se está dando a nuestra costa la Bestia neoliberal, lo que invita a pensar en que, por el contrario, se trata de seguir engordándola, en plan sacrificio colectivo. ¿Debo o no inscribir su  artículo en esta línea? Espero que esta pregunta algo ruda no me sea tomada a mal, porque es ineludible.
    Ya he escrito en alguna parte que hacen falta todas las personas de buena voluntad, también por supuesto los políticos  que la tengan, para hacer frente a la citada Bestia, antes de que nos mate. Por eso suscribo su “juntos, mejor”, pero sólo con esa finalidad superior. Si la clase política juntase filas simplemente para seguir en las mismas, mal asunto (lo digo con el corazón en la mano). 

viernes, 1 de junio de 2012

NO A UN GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN


   Tres  profesores, Jesús Fernández Valverde, Luis Garicano y Tano Santos ( Universidad de Pennsylvania, London School of Economics y Universidad de Columbia respectivamente),  acaban de publicar en El País un artículo titulado “No queremos volver a la España de los 50”.  
   El diagnóstico que nos ofrecen es digno de reflexión, pero  la solución que se les ha ocurrido me parece una locura. Escriben: “España debe decir un claro sí a Europa, que es lo único que nos protege del peronismo empobrecedor [sic!], y que estamos dispuestos a pagar el precio que esto acarrea. Para ello, necesitamos urgentemente un nuevo gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes y técnicos intachables con amplios conocimientos de su cartera.” Me parece una locura, aunque Felipe González nos haya prescrito el mismo remedio. Rechazo de plano un gobierno de concentración precisamente porque no quiero volver a los años 50. .
   Para empezar, me parece muy significativo que estos tres profesores, no por casualidad de Economía, nos vean a punto de sucumbir ante un “peronismo empobrecedor”. ¿Chocante, no? Al parecer, pretenden descalificar de antemano a cualquier intento de poner coto al capitalismo salvaje por el simple procedimiento de llamarlo “peronismo empobrecedor”.  De paso, alzando la bandera de Europa, nos dan a entender que debemos entender por Europa exactamente lo que entienden ellos y el señor Mario Draghi.
    Naturalmente, nos están proponiendo un gobierno de tecnócratas, pero, como se deduce de todo ello, los tres vienen cargados de ideología, bien que disimuladamente, como acostumbran ciertos economistas orgánicos.
   Nuestros tres profesores no tienen el necesario recuerdo de lo que pasó en este país cuando ciertos políticos inexpertos se  volvieron locos con la idea de un gobierno de concentración. Con la obsesión  de descabalgar a Adolfo Suárez a punto estuvieron de cargarse la democracia. No señor, nada de gobierno de concentración. En este punto prefiero guiarme por el criterio de Manuel Fraga Iribarne, el único peso pesado que no entró en el juego suicida de aquellos tiempos.
   Los españoles han elegido a Mariano Rajoy, y si éste no está a la altura de las circunstancias, habrá que llamarlos a las urnas otra vez. Que esto tiene sus riesgos, ya lo sabemos, pero, por favor, no ignoremos los riesgos, mucho mayores, de meternos en pasteleos margen de la legalidad democrática. Ahora le toca a Rajoy, lo haga así o asá. Lo que no se puede es pervertir a capricho el sistema que nos dimos en 1978. Si lo que les interesa es imponernos un Monti, que lo digan. Yo no lo quiero. No nos hemos dado una democracia para volver a los tiempos de López Rodó. Si la legislatura no llega a término, elecciones generales.
   El caso es que los tres profesores, no sabemos si por ingenuidad o con segundas intenciones,  dan por seguro que a los españoles nos inspira una gran confianza un equipo formado por supervivientes del proyecto de Rajoy y supervivientes de los equipos anteriores, con algún elemento fósil de gran prestancia. Creen que, si nos fuera dado contemplar lo bien que van del brazo González y Aznar,  Solchaga y Rato, Leire Pajín y Dolores de Cospedal, íbamos  a juntar filas con entusiasmo, decididos al sacrificio. Ojo, señores, mucho ojo: Ya se ha oído eso de “ni PSOE ni PP”, no se les olvide, porque un combinado así sería mortal de necesidad para nuestra democracia.

miércoles, 30 de mayo de 2012

LA COSA TIENE MUY MAL ASPECTO


   Oigo tambores de guerra, por la expulsión de embajadores sirios, por el feo asunto de que se haya usado una foto de la guerra de Irak para ilustrar los horrores perpetrados por Bacher el Asad, por el aislamiento de éste,  que me recuerda el de Noriega, el de Sadam y el de Gadafi, por la unanimidad mediática en su contra, por la vocecilla de Kofi Annan, por la ausencia de noticias sobre los rebeldes, de cuya integridad moral nadie duda. A algunos les vendría bien otra tormenta de acero, por la pasta y para distraer la atención del mundo.
     El espectáculo es más bien asqueroso. Resulta que JPMorgan acaba de repetir la conocida orgía, con el consiguiente agujero, lo que indica que todo sigue igual, ya por hábito, como ilustra la siguiente noticia: el superoligarca Aubrey McClendon acaba de saquear su propia compañía de gas, la segunda del país, desplumando a medio mundo, empezando por los infelices que tenían los planes de pensiones a su cuidado, y todo indica que se irá de rositas.  Aquí tenemos el caso de Bankia. Me fue dicho que yo exageraba al hablar de su hundimiento. Y no, lamentablemente no. Tal y como están las cosas, Rato podría volver a ser ministro.
   Me entero –juro que ha sido sin querer– que Telefónica, el Ritz y el Palace están libres, como la Iglesia, de pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Lo que me recuerda privilegios dignos de la Edad Media. Al mismo tiempo, me roza la noticia de que el rey pidió fondos al señor Bernard Arnault, propietario de Louis Vuitton, con destino al instituto dirigido por Urdangarín. Preferiría no haberlo leído, la verdad. Parece el señor Divar se ha pasado veinte fines de semana en Marbella a cuenta del erario público, ¿es normal? A creerle a él, claro que sí, y ni siquiera entiende que alguien se haya molestado por esa menudencia.
    Y resulta que a los mineros asturianos, como a los estudiantes y sus profesores, como a los profesionales de la sanidad, como a los encargados de la limpieza del aeropuerto de El Prat no se les ofrece otra cosa que un muro de silencio. La gente normal tiene motivos para sentirse despreciada. Y encima tengo que oír que, en adelante, los soldados tendrán que pagar de su bolsillo parte del rancho. ¡Increíble pero cierto! ¡Señal de locura! Un país que llega al extremo de cobrarle la comida a sus soldados…
   Contemplo a Javier Krahe, el cantautor, dignamente sentado en el banquillo, juzgado por una obra de arte de los años setenta, en la que se procede a cocinar un Cristo. Y así me entero de que no vivo en un país libre. Me solidarizo con Krahe, único sentimiento reconfortante en medio de tanta miseria.  

lunes, 28 de mayo de 2012

ECONOMÍA Y PERVERSIDAD



  La publicidad impuso la absurda creencia de que vivimos en el único orden posible, de que todo aquel que no ponga por encima el dinero es un estúpido, de que lo primero es y debe ser la economía, el saber de los únicos sabios que merecen ser oídos. La Bestia neoliberal es, por definición, una perversidad económica, cosa de economistas sin entrañas asociados a los intereses del 1%.
    Los presuntos genios de la economía,  se han pasado cuarenta años vendiendo humo (una sociedad de propietarios, capitalismo popular…) y operando seria y metódicamente a favor de ese 1%. Los resultados, a la vista. Ya estamos todos metidos en una pirámide de Ponzi planetaria. La humanidad ha sido desplumada, EEUU es la sombra de lo que era, Europa es un pecio político, España un país arruinado, endeudado hasta las cejas. El contrato social, roto. La legitimidad democrática, usada para grandes robos de guante blanco…
    Nos espera más propaganda (de los “brotes verdes”, pasamos al “crecimiento”), más reformas aprobadas en verano, anunciadas en vísperas de vacaciones, más noticias administradas con elevado sentido de la psicología de masas (se empieza diciendo que Bankia necesita 4.500 millones de euros, para llegar, a saltos, a 23.000 millones). Sí, nos espera más propaganda, parte de ella envasada como noticia. Y nos espera el cultivo de toda clase de irracionalidades, incluidas las religiosas.
   Y desgraciadamente, nos espera más violencia, de diverso tipo. Violencia sutil, con modificación de leyes, con chantajes, con multas por protestar,  con vigilancia de unos y de otros, con demonizaciones, con maniobras de distracción –guerras periféricas incluidas–, y –por último– brutalidad a gran escala aquí mismo. Lo que no quiere decir que la Bestia neoliberal se vaya a salir con la suya. Cuando se llega a este punto, comienza la cuenta atrás. Como a Hitler, a la Bestia neoliberal le llegará su hora. Y es que ahora todos sabemos a qué atenernos, hasta los crédulos y los tontainas que le rieron las gracias.

martes, 22 de mayo de 2012

EDUCACIÓN: HUELGA GENERAL


  Educadores y educandos de todas las edades, en huelga. Esta es la respuesta ciudadana al alevoso atropello perpetrado por el gobierno. Lo que se está viviendo en España a manos del señor Wert es exactamente lo mismo que ha sacado a las calles a los estudiantes en Gran Bretaña, Canadá o Chile, por poner sólo tres ejemplos.
    No nos engañemos: la crisis no es más que el vil pretexto. Lo que está en juego es un modelo de sociedad. Hace treinta y cinco años las oligarquías se sublevaron contra el proyecto ilustrado, contra Wilhelm von Humboldt, contra Fichte, decididas a devolvernos a las coordenadas de la Edad Media.
    A esas oligarquías –al famoso 1%– no le interesan las personas cultas y preparadas. De ahí que iniciasen una feroz campaña contra la enseñanza pública, campaña que ya ha rendido sus amargos frutos en Estados Unidos, cuya población se encuentra hundida en el analfabetismo funcional (50%),  caldo de cultivo de irracionalidades que los aprendices de brujo utilizan a placer. Cómo no será que se ha creado allí otra burbuja muy expresiva de los tiempos que vivimos: la trampa de estudiar a crédito ha producido miles de morosos.
   Que eso haya ocurrido en la patria de Dewey nos debería haber abierto los ojos con respecto al modelo de sociedad implícito en la sucia jugada. Pero no. Precisamente ahora, so pretexto de la crisis, el señor Wert se lanza a fondo, para rematar la enseñanza pública, tras un período de necia y deliberada erosión en la línea de los intereses del 1%.  Encima, al socaire de la publicitada idea de que la quiere mejorar y garantizar su sostenibilidad, lo que ya es puro cinismo.
    Estamos ante una obra de ingeniería social tramada al servicio del 1% y manifiestamente antiilustrada, estamos ante una regresión imperdonable, estamos en camino de una nueva edad oscura como no hubo otra igual. Aquí de lo que se trata no es de elevar el nivel de la población. Se trata de crear una sociedad jerarquizada, con el saber repartido desigualmente. 
     Es muy doloroso comprobar que lo que Wert  está haciendo no es más que una copia de un proyecto extranjero surgido de mentes envilecidas. No es la primera vez que España se hace daño por el procedimiento de importar una mercancía intelectual averiada… cuando ya se sabe todo lo que hay que saber al respecto. Lo que nos deja retratado al señor Wert para la posteridad.

jueves, 17 de mayo de 2012

EL HUNDIMIENTO DE BANKIA


   Digo Bankia donde debería decir Caja Madrid, desarrollada a partir del Monte de Piedad fundado por el padre Francisco Riquer hace trescientos años.
   El pobre Riquer, a buen seguro, no entendería lo que ha pasado, como tampoco lo entiendo yo. Una institución sólida, creada con intenciones sensatas, orientada a ofrecer apoyo a iniciativas razonables y a apoyar a las personas en apuros o con pocos medios, siempre orientada también a proteger al común de los mortales contra los usureros, ha venido a acabar como nuestro Lehman Brothers.
    Ayer mismo, con gran despliegue mediático, se había hecho cargo de Caja Madrid el mayor genio económico, señor Rodrigo Rato, que la transformó en Bankia, con aires de comerse el mundo.  Hoy la publicitada nave se ha hundido ignominiosamente en la bolsa, dejando al aire todas sus vergüenzas y, de paso, las vergüenzas de un sistema que ya no da más de sí. 
   El señor Rato, capitán de la nave, nada parecido al buen padre Riquer, cobraba dos millones de euros anuales (en un país en el que hay cinco millones de parados y en el que el trabajador medio debería trabajar, sudando la gota gorda, más de dos siglos para redondear esa bonita suma)…
    Y ahora se hará lo siguiente: echar mano del dinero del contribuyente, del que ha ganado y del que supuestamente ganará, para reflotar la nave. Una vez conseguido este propósito, el banco será vendido al mejor postor, y vuelta a empezar. La socialización de las pérdidas forma parte de los presupuestos del sistema, de cuya escandalosa inmoralidad somos todos conscientes. En cuanto al señor Rato, se dirá que tuvo mala suerte y que fue víctima de la incomprensión de otros tiburones y aquí paz y después gloria.
    ¡Ay, este Rato! Ha tenido una trayectoria lo suficientemente larga como para vivir la fase neoliberal desde sus comienzos, con predicaciones sobre el "capitalismo popular" y la "nueva economía",  hasta su vergonzoso final. Será recordado no sólo por haber hundido la obra del padre Riquer, sino también por haber vendido las joyas de la corona (Telefónica, Repsol, etc.), por ser uno de los genios de la improvisación y de la imprevisión que nos han conducido a este desfiladero. Yo creo que ha sido el genio mayor, aunque no me olvido de los señores Boyer, Solchaga y Solbes, de similar hechura.
   Hoy más que nunca España necesita economistas serios, conscientes de la totalidad de los problemas implicados, con visión de Estado y sentido de futuro. Porque los simples plagiarios, los que simplemente van con la corriente, los que confunden este país con los Estados Unidos, los que se deslumbran como paletos ante los pases mesméricos de Wall Street, los que se guían por el viejo catecismo neoliberal que les tradujo el profesor Schwartz  hace treinta años, los lacayos de la oligarquía cleptocrática no nos van a servir para nada, salvo para hundirnos en la miseria... del todo.