martes, 9 de octubre de 2012

HACIA UN FRENTE AMPLIO CONTRA LA BESTIA NEOLIBERAL


  La situación no puede ser más grave, ni de peor pronóstico. Gestionada a favor de una oligarquía transnacional, la llamada “crisis económica” se ha convertido ya en una crisis política en toda la regla. De seguir las cosas así, pronto no quedará nada de ese bien precioso llamado legitimidad democrática. La gente se siente atropellada y arteramente estafada. La “convenida decadencia” de nuestra clase política no es una boutade del juez Perdaz; es una triste realidad.
    Asistimos al ignominioso final del “bipartidismo imperfecto” que rigió los destinos del país desde la Transición. El PP y el PSOE han cavado una fosa decididos a compartirla. Su habituación al poder y su estricta adecuación a los intereses oligárquicos dejan poco margen a la esperanza de que vayan a ser capaces de regenerarse sobre la marcha.
   ¿Qué cabe esperar de dos partidos capaces de prostituir la Constitución con nocturnidad y alevosía para darle el gusto a unos rufianes? Ambos dos nos han metido en este camino de perdición, y ambos han tenido su parte en la conversión del proyecto europeo en una estación de servicio para las oligarquías locales y transnacionales. No dudo de que en ambos partidos hay gentes de bien, pero dudo de que sean capaces de rectificar la deriva insensata: llevamos no sé cuánto tiempo esperando que esas personas hagan valer, a gritos si es preciso, en Ferraz y en Génova, pero también en Bruselas, los principios que dieron su razón de ser a sus respectivos partidos.
    Tal y como están las cosas, creo que el porvenir de nuestra democracia depende del buen hacer de los partidos pequeños. Y esto cuando la gente está realmente harta de los políticos, cuando se oyen discursos antipolíticos que no habrían desentonado durante la agonía de la República de Weimar. Ya están pagando justos por pecadores y mucha gente da por sobreentendido que todos los partidos son igualmente nefastos (una manera posmoderna de darle la razón al mismísimo Franco).
    Para salvar nuestra democracia, esos partidos pequeños tendrán que dar el do de pecho en circunstancias sumamente adversas, sin altavoces mediáticos, bloqueados por una ley electoral impresentable, con todas las fuerzas de la oligarquía en su contra. ¿Y cree alguien que podrán llegar lejos compitiendo entre sí?  
     Nuestra  democracia necesita es una alternativa clara, a la que no se llega simplemente criticando los hechos del gobierno, ni tampoco haciendo gestos de inteligencia a las personas que se manifiestan en nuestras calles y plazas. Bien están esas críticas y estos gestos, pero hace falta más.  En primer lugar, algunos principios seriamente meditados, en segundo lugar, un renovado sentido de la unidad. Si a la hora de la verdad el votante crítico o rebelde se va a quedar dudando entre Izquierda Anticapitalista, Equo, Los Verdes, Izquierda Unida, Izquierda Abierta y Unión, Progreso y Democracia, quizá para recaer en el llamado voto útil o para quedarse en casa, mal asunto. ¡Una vez más se le habría hecho el juego a a la perversión que padecemos!
    La situación es tan grave que, viendo venir un serio problema de gobernabilidad, elementos favorables a la continuidad del presente estado de cosas han hecho un llamamiento a favor de un “gobierno de concentración”, con “acuerdos de Estado” entre el PP y el PSOE.  ¡A ver si entre los dos nos imponen, a costa de la democracia, los dictados antisociales que rechazamos de plano! Urge, por lo tanto, que lo que ya cabe definir como oposición a dicho estado de cosas –como oposición a la Bestia neoliberal–, de los pasos necesarios para constituir un Frente Amplio, en el que puedan tener cabida los elementos más dispares, incluidos los procedentes del naufragio de los partidos hegemónicos.  
    Esta propuesta puede asustar a quienes tengan un mal recuerdo del Frente Popular, pero más nos debería asustar que la Bestia siga a su bola sin topar con ninguna barrera digna de tal nombre. Y lo primero es constituir una plataforma de convergencia, capaz de refinar un programa común de actuación, capaz de poner en limpio las ideas y los acuerdos, en la que los representantes del 15M y de otras fuerzas sociales deberían participar por derecho propio.
     La alternativa debe quedar explícita, explícitos y bien razonados sus objetivos, claro el entendimiento  de las distintas fuerzas, o no será creíble y la ola antipolítica seguirá su curso hasta convertirse en un tsunami. Clara la alternativa y clara la unión de quienes se oponen a  la Bestia, la sensación de que no estamos representados en la arena política desaparecería en poco tiempo, iniciándose la cura de nuestra democracia.
    Naturalmente,  para dar vida a un Frente Amplio hay adaptar tales o cuales principios partidistas,  hay que renunciar a tales o cuales parcelas de poder en el seno de los grupos participantes. Ahora bien, si las cominerías particulares y las ansias de dominio de unos sobre otros se impusieran, haciendo imposibles los acuerdos, se estaría dando la razón a los cultores de la antipolítica y ofreciendo un feo aval a los que dicen que todos los políticos son iguales.
   Aquí y ahora de lo que se trata es de poner fin a la galopada de la Bestia neoliberal, y esto sólo será posible si se actúa de común acuerdo, con los medios y las personas disponibles. En el pasado, fue posible, mediante la unidad de fuerzas muy diversas, al parecer incompatibles, y por una racionalidad común, debidamente conquistada, poner fin a la dictadura franquista. Esta cayó porque la gente se movilizó, con una impresionante sucesión de huelgas, y porque los liberales, los democristianos, los socialistas (todavía marxistas), los socialdemócratas, los comunistas y hasta gentes que formaban parte de la élite franquista lograron entenderse y actuar unánime e inequívocamente contra el orden de cosas imperante. Esto quiere decir que, cuando se visualiza un fin superior, la unión es posible  e históricamente efectiva. O acabamos con la Bestia neoliberal entre todos, o ella acabará con nosotros y con nuestros hijos. 

viernes, 5 de octubre de 2012

GRACIAS, SEÑOR PEDRAZ



   Pese a quien pese, el juez Pedraz ha hecho muy bien en mantenerse firme ante la infame pretensión de castigar cual si fueran grandísimos terroristas a unas víctimas del brazo represor del Estado escogidas más o menos al azar.
    Y desde luego, ha hecho muy bien al recoger en su auto la evidencia de que nuestra clase política se encuentra en sus horas bajas. Le han llamado “pijo”, “ácrata” y hasta “indecente”, lo que nos da una idea de lo que pasa en este país cuando alguien contempla la realidad con los ojos bien abiertos, cuando alguien se niega a participar en el juego de prestidigitación en que se ha convertido el ejercicio del poder.
   El juez insultado le ha hecho un favor a la democracia, pues ha ofrecido amparo a quienes están hartos de que esta sea utilizada en perjuicio del bien común.  La ceguera y la prepotencia de sus detractores merecía este saludable correctivo.
   Pero este ha sido sólo un capítulo de una historia que va para largo. No se ha modificado en vano el código penal y no cabe pasar por alto los tremendos delitos que, de haber podido, les hubieran endosado a los detenidos, en parte como aviso para navegantes.
   En todas partes y en todo tiempo, las medidas contrarias al bien común se han visto acompañadas por crecientes dosis de brutalidad. Y es evidente que los máximos dirigentes europeos y españoles, simples lacayos del gran capital, cabalgan en solitario,  en plan mafioso, creídos de que con la propaganda y con las porras van lo que se dice sobrados. ¡Qué insensatos! Convencido estoy de que necesitamos muchos Pedraz, aquí y en Bruselas.

VARGAS LLOSA ELOGIA A ESPERANZA AGUIRRE


  “Esa Juana de Arco liberal” se titula el artículo publicado por Vagas Llosa en El País (23-9-2012), un elogioso texto dedicado a Esperanza Aguirre con motivo de su “despedida”. El ilustre escritor y  la llamada “lideresa” son amigos, desde hace tiempo, y él está convencido de que ella, de haber estado al frente de la nave, nos hubiera ahorrado el presente naufragio…
     Por lo visto, Vargas Llosa vio en ella una “Juana de Arco liberal” allá por el año 1984, cuando la conoció. El emotivo desbordamiento, de agradable sonoridad para la interesada y para sus muchos admiradores,  requiere algunos comentarios.
     En primer lugar, no veo heroísmo por ninguna parte. Simplemente, Esperanza Aguirre estaba en la onda de los intereses ideológicos del poder. El FMI y el Banco Mundial se encontraban en manos de los doctrinarios de su escuela desde 1980. Eran los años de Reagan y de la señora Thatcher, los años de la famosa “revolución conservadora”, del “capitalismo popular”, de la “sociedad de propietarios” y de otras milongas por el estilo. Simplemente, Esperanza Aguirre estaba en la onda, como el profesor Pedro Schwartz, su primer jefe de filas político. Cierto es que otros, como Boyer, Solchaga o Rato, que andaban en lo mismo, eran más comedidos, dato que no añade méritos especiales a Esperanza Aguirre, por aquel entonces con menos responsabilidades.
    En segundo lugar, la comparación con Juana de Arco me parece muy chapucera.  La heroína francesa era una campesina que oía voces de lo alto y que estaba dispuesta a dar la vida por la liberación de su patria…  No sé reconstruir la asociación de ideas que puede llevar a compararla con una condesa que sólo atiende a la voz del poder terrenal y que cultiva una  doctrina que, lejos de servir a su patria, sólo puede servir para venderla al mejor postor, como ya todos podemos considerar demostrado.
     Y en tercer lugar, como cabe la posibilidad de que Esperanza Aguirre se haya retirado para no verse inmersa en el lodazal y para darse la oportunidad de reaparecer mañana con aires de salvadora, en plan “Juana de Arco”, no puedo hacer la vista gorda ante la contribución de Vargas Llosa a un equívoco sumamente peligroso que afecta la representación que la gente se hace de el liberalismo.
    Vargas Llosa no falta a la verdad cuando dice que Esperanza Aguirre es una “liberal”. Porque lo es. Ahora bien,  no nos engañemos, hablando con propiedad, es una neoliberal El neoliberalismo es una variante del liberalismo, y considero muy poco juicioso en términos políticos e históricos, por no decir malicioso, confundir esa variante específica con el todo del que forma parte.  Esperanza Aguirre es una superviente no actualizada de la era Reagan-Thatcher, es decir, una liberal en el sentido de Friedman y de Hayek,  no en el sentido de Keynes o Bedveridge.  
   Y estamos hablando después de Enron, después del  la estafa de Lehman Brothers, ya metidos hasta el cuello en las espantosas consecuencias mundiales de la “revolución conservadora” capitaneada ideológicamente por Friedman.  Si se le concede a la señora Aguirre la representación del liberalismo, este corre peligro de ser odiado y rechazado por sus millones de víctimas.
   La señora Aguirre se ha reputado neoliberal sin ningún remilgo. Está orgullosa de serlo y no he visto en ella el menor signo de autocrítica. Pero he aquí que la definición de “liberal” tiene segundas intenciones. Ya sé que Vargas Llosa afirma –se lo he oído de viva voz–, que el neoliberalismo no existe. A cierto nivel,  viste más decir que uno es liberal a decir que es neoliberal... Pero hay gato encerrado.
     La poderosa mercadotecnia neoliberal, a la que ostensiblemente contribuye Vargas Llosa, está a punto de conseguir que el liberalismo, todo él, se reduzca a la versión encarnada por personas como Esperanza Aguirre,  personas capaces de defender el capitalismo salvaje, de ponerle una alfombra roja al señor Adelson, y de apoyar que se proscriba el aborto en casos de malformación fetal, todo en uno y desde la absoluta y antiliberal convicción de tener toda la razón, tanta razón que hasta se puede tratar de tontainas, con aires de superioridad –con una intolerancia que causa rubor–, a cualquiera que no haya hecho suyo el catecismo neoliberal de Milton Friedman y de su discípulo Schwartz.
    El problema es que mucha gente empieza ceder a la presión de la mercadotecnia neoliberal. Es como si el neoliberalismo hubiera conseguido hacerse con el monopolio del liberalismo, hasta el punto de que esta palabra empieza a tener un sonido aborrecible, a juzgar por los resultados.  Esto podría ser desastroso. La ceremonia de la confusión ha sido llevada demasiado lejos, y mucha gente, víctima de la ignorancia y de voces sofísticas, como la que acaba de regalarnos Vargas Llosa, ya está en situación de arrojar por la borda todo el liberalismo y de recaer consecuentemente en el absolutismo, como si viviéramos en los tiempos de Marx, de Lenin, de Hitler o de Franco, los cuatro asqueados ante lo que se entiende por capitalismo salvaje. Estamos ante un caso de apropiación indebida del liberalismo por una de sus facciones. Como liberal en el sentido filosófico y político del término, me veo en la necesidad de denunciar este odioso fenómeno.

domingo, 9 de septiembre de 2012

MONTI Y VAN ROMPUY CONTRA EL “POPULISMO”


     A la salida de foro Ambrosetti, celebrado en la ciudad italiana de Cernobbio, Monti y Van Rompuy se han mostrado decididos a emprender una campaña de altos vuelos contra “el populismo”, entendido como un peligro para la Europa que ellos nos quieren imponer.
    Como es sabido, apelar a los peligros del “populismo” está de moda en los cenáculos neoliberales. No hace mucho José María Aznar realizó una campaña contra el populismo en tierras de Hispanoamérica, sin pensar ni poco ni mucho en que su partido por algo se llama “popular”.  Esa campaña figuraba, desde luego, en el guión neoliberal, ahora recuperado por el foro Ambrosetti con la vista puesta en la desventurada Europa. Se sobreentiende que populista es Hugo Chávez, y que es algo horrible, irracional, con una incomprensible pulsión nacionalista.  Monti y Van Rompuy se quieren curar en salud. 
     Una de dos: o no entienden la oposición de los europeos a la operación destructiva que ellos se traen entre manos, o la entienden pero han optado por desacreditarla por el procedimiento de escupirle encima la palabra “populista”. En el primer caso, estarían fuera de la realidad y en el segundo serían unos malvados. 
    Lo único claro es que la clase dirigente europea va a su bola, pendiente de sus patrocinadores y de espaldas a la gente. De ahí que no se haya oído un solo mea culpa procedente de las altas esferas, de ahí que no se haya hecho el más mínimo gesto de querer dialogar, de ahí la manera dictatorial de la que hacen gala sistemáticamente los máximos dirigentes europeos. Que nuestra Europa nada tiene que ver con su Europa elitista es obvio, por lo que su campaña antipopulista será digna de verse. Imagino a sus expertos en mercadotecnia tratando de vendernos su modelo oligárquico y no sé si reír o llorar. Es muy difícil que el populismo se cargue a Europa, por no decir imposible: ya se la han cargado ellos.
      

martes, 24 de julio de 2012

RUIZ-GALLARDÓN Y EL ABORTO: SALTAN LAS ALARMAS



   El ministro  de Justicia nos ha hecho saber que considera “éticamente inadmisible” el aborto en casos de malformación fetal…  De modo que la reforma de la ley vigente será retrógrada en grado increíble. Tuve leer tres veces la noticia para dar crédito a lo que veían mis ojos.
    Lo que nos pone ante una evidencia alarmante: el partido por él representado sigue sin haber asumido el abecé del liberalismo. Como suena. Porque sólo ha asumido el liberalismo en el plano económico, en su versión más cruda además, eludiéndolo en el plano filosófico y político.  Se trata de un fenómeno intelectualmente aberrante.
    ¡Como si en este país no supiésemos adónde nos pueden llevar los intolerantes y los fanáticos, como si no supiéramos que no hay democracia posible allí donde mandan personas que se creen en posesión de la verdad, al modo de Ruiz-Gallardón, que ni siquiera necesita considerar la opinión de las personas afectadas!
    El PP fue configurado por Fraga como partido liberal-conservador, como partido de centro-derecha, y he aquí que no es ni lo uno ni lo otro, en el sentido de que es un partido absolutista, capaz de ceder a la tentación de imponerle al conjunto de la sociedad una doctrina de origen antiliberal, una doctrina religiosa, católica para ser exactos. Es pura y simplemente un partido de derechas, en el sentido ancestral del término.
   De modo que nuestra derecha, que incluso ha presumido de centrismo con fines electorales, sigue donde estaba, o peor, porque estamos en el siglo XXI. ¡Y qué vieja es esta historia! La misma mentalidad que se opuso al uso del éter para suavizar los dolores del parto nos viene ahora con la obligación de parir criaturas malformadas según el capricho del legislador. Creía que habíamos progresado y resulta que no.
   Ruiz-Gallardón, supuesto ilustrado, supuesto centrista, supuesto progresista, da repentinamente la cara como lo que es, siendo rápidamente apoyado por el señor Fiorano y la señora Aguirre. Es una noticia alarmante, cuya trascendencia me produce escalofríos.
    Y como no hemos progresado, hemos empeorado. Aznar tuvo el buen tino de no meterse con la ley del aborto que se encontró, sin duda consciente de lo que se jugaba, sin duda consciente de que, para ganar, el PP tenía que comportarse como un partido atrápalo todo y no como un partido doctrinario en ese y en otros temas. La apuesta retrógrada de Ruiz-Gallardón indica que ese buen tino se ha perdido. Por lo visto (yo no lo hubiera creído) está más cerca del Tea Party que de cualquier liberal-conservador europeo. Y esto promete confrontaciones y desgracias. 

lunes, 23 de julio de 2012

COLAPSO ECONÓMICO Y RESPONSABILIDADES POLÍTICAS


    Ahora resulta que las arcas del Estado están vacías y que lo único que se puede hacer es implorar ayuda al BCE...  ¡A qué gentes inteligentísimas hemos fiado nuestro destino! ¡Qué habilidosos tecnócratas, qué gurús! ¡Qué sapientísimos economistas!
   Así es como termina una época, la época iniciada con la Transición. No sabemos lo que nos espera, porque este final es ignominioso y caótico, y porque el contexto internacional, a diferencia de lo ocurrido en los años setenta, no nos va a dar facilidades. Se ha impuesto la ley de la jungla y la presente crisis es una máquina de destruir sistemas políticos y de revivir viejos fantasmas. Lo único seguro es que nuestros dos partidos hegemónicos se han cavado ellos solitos su propia fosa.
    El PP le echa toda la culpa al PSOE, a la herencia recibida, sin percatarse de que cada vez hay menos gente despistada en disposición de contentarse con tan burdo mensaje.  No nos engañemos: lo ocurrido representa un golpe durísimo contra la credulidad de los votantes de ambos partidos, y por ello contra el modelo bipartidista imperfecto en que hemos vivido hasta la fecha. Lo de “ni PSOE ni PP” que se ha oído en nuestras calles lo dice todo. La indecente e imbécil reforma constitucional que ambos pactaron a nuestras espaldas para darle el gusto a los mercados los ha dejado retratados para la historia. Aparte de que hay una perfecta continuidad entre la "cultura del pelotazo" y las indecencias de la Comunidad Valenciana y de Bankia. Como todo el mundo sabe.
    ¿Qué hizo Rajoy durante los ocho años de gobierno de Zapatero? Continuar la campaña electoral, sacando todos los temas de quicio. Los cuatro años consagrados a proyectar sobre Zapatero una morbosa sospecha en relación a la autoría del salvaje atentado de Madrid (para encubrir de paso las consecuencias más obvias de la foto de las Azores),  se vieron seguidos por otros cuatro dedicados a echarle la culpa de la crisis económica, con la consiguiente obnubilación de las conciencias. No sé de nadie que, oídos los dicterios del PP, haya refinado su puntos de vista; en cambio, conozco a muchas personas que por tomárselos en serio durante tanto tiempo presentan claros síntomas de intoxicación y serios problemas cognitivos, empezando por la confusión entre la situación de 1996 y la del 2007 y siguiendo por la genialidad de Rato, hoy puesta en su sitio por el escándalo Bankia.
   El PP se desentendió de sus obligaciones como primer partido de la oposición.  Sólo puso interés ganar las próximas elecciones, al precio que fuese. El sistema político, la democracia, la herencia de la Transición, todo esto fue sacrificado a mayor gloria de un manualillo de mercadotecnia política. Y hasta fingió ser de centro y nos ofreció un programa electoral para ganar esas elecciones, a sabiendas de que era de imposible cumplimiento. Y las ganó, claro, para quedar en evidencia a continuación, cuando todos los problemas de verdad le pillaron de nuevas, sin otra hoja de ruta que el manualillo neoliberal, como si todavía viviéramos en los tiempos de la Thatcher. Por lo tanto, el PP no tiene autoridad moral alguna para echarle la culpa de todo al PSOE. Nos hizo perder el tiempo, confundió todos los problemas, dio lugar a una campaña de confrontación cuyos malignos efectos nos alcanzan ahora de pleno, en el peor momento.
   Y eso no es todo, porque es obligatorio recordar que durante años el PP participó con entusiasmo y dedicación en el  sucio y antidemocrático tejemaneje neoliberal que puso a Europa en manos de los tiburones. El mecanismo que ahora nos hunde en la miseria fue, en efecto, un asunto del Partido Popular Europeo y no algo caído del cielo  o salido de los infiernos. Durao Barroso y Angela Merckel son los estupendos correligionarios de Mariano Rajoy. La Europa  de los tiburones no se formó en un día, es cosa muy bien pensada. ¿O por qué creemos que se llega a esta situación en ausencia de una carta social europea digna de tal nombre?
    En realidad aquí lo único que no está claro es la proporción de falta de luces y de desprecio por el bien común que  llevó a hacer oídos sordos a las voces de alarma y a optar por la huida hacia adelante. Lo cierto es que nuestro “bipartidismo imperfecto” ha naufragado. Y esto quiere decir que del buen hacer del resto de los partidos depende la salvación de nuestra democracia, un salvamento que tendrán que hacer en condiciones francamente difíciles, con una ley electoral que todavía sigue allí…  
    En la nueva fase histórica en que nos vemos metidos por culpa del tándem PSOE-PP habrá poco lugar para los equívocos y los sofismas habituales. O con la Bestia neoliberal o contra ella. El PSOE verá lo que hace con su complicidad con dicha Bestia, y el PP tendrá ocasión de comprobar una verdad: no por adorarla dejará de ser devorado por ella. 

viernes, 20 de julio de 2012

EL MINISTRO MONTORO COMO SÍNTOMA


   El señor Montoro no es ni mucho menos un ejemplar raro. En su persona se manifiesta el modo de ser que lleva camino de arruinarnos los mejores frutos de la Transición.
   Como buen halcón neoliberal, Montoro  dispone de un abundante arsenal de truquillos de mercadotecnia (la culpa de todo, la herencia recibida, Zapatero, etc.) , de  eufemismos irritantes (no es que arrebate la paga extra a los funcionarios, es que se la “detrae”)  y de una seguridad en sí mismo francamente incomprensible (llegó a decir que deseaba la caída de España, en la seguridad de que el PP la salvaría). 
    Creerse superior a todos, no dudar nunca de la propia fe, dejarse llevar por el oportunismo y por la voluntad de poder, he aquí rasgos que explican lo que nos está pasando y, de paso, el ejercicio de irracionalidad e imprevisión a que se entregó el PP durante los ocho años que estuvo en la oposición. 
   Todos esos rasgos están en el señor Montoro, portador también de una serie de tics intelectualoides que operan al margen de la verdad y de la realidad, como es típico en esta secta.  Empezando por el tic de culpar a las víctimas (como hizo Rajoy al ponderar los saludables efectos que sobre los parados tendrá el hachazo a las ayudas que reciben).  Tras ello opera el darwinismo social más extremo, como todo el mundo sabe. 
    Los neoliberales llevan no menos de treinta años metidos en una cruzada contra “los holgazanes”,  y han acabado por verlos por todas partes, aunque nunca –tiene gracia– en su propio campo, donde están los más peligrosos. En este punto, ni Rajoy ni Montoro  son originales u ocurrentes. Repiten mecánicamente los lugares comunes de los publicistas de ciertos think-tanks norteamericanos. Por lo tanto, no es extraño sino lógico que el ministro haya cometido el garrafal error político de irritar a los funcionarios con la insinuación de que trabajan poco y anunciando que tendrán que trabajar más pero por menos, como si en definitiva  nunca se hubiesen ganado el jornal.
   Parte el ministro del conocido principio neoliberal según el cual  los funcionarios deben equipararse a los trabajadores del sector privado, con la correspondiente laminación de sus derechos (muy conveniente para agilizar la laminación de los derechos de los demás, no sea que sigan tomándose como referencia).
    En realidad, al señor Montoro le molestan los funcionarios públicos, como a todos los fanáticos del Estado Mínimo (esto es, pequeño pero suficiente para servir a los intereses oligárquicos).  Y es que  los funcionarios se encuentran, tremendo obstáculo, en el camino de la hoja de ruta privatizadora que  los neoliberales se trazaron no ayer sino hace treinta años con el exclusivo propósito de apoderarse de los bienes creados con el sudor de varias generaciones. 
    Esta mañana, el señor Montoro dejó traslucir sus intenciones: “Lo que hacemos no responde a decisiones improvisadas. Estamos reestructurando el sector público". No habla por hablar. Lo que pasa es que lo que suena bien en las tenidas neoliberales  o en el despacho del señor Rosell suena fatal dicho en público. Ya todo el mundo ha captado adónde se apunta con ese tipo de jerga.
    Montoro  acaba de revelar que las arcas del  Estado están vacías y que peligran las nóminas de los funcionarios. ¡Nada menos! ¿Significa esto que admite el absoluto fracaso de las demenciales políticas neoliberales que nos han llevado a la ruina, a esta formidable traición a los españoles, a esta estafa colosal? ¿Significa que se arrepiente de las bajadas de impuestos a los ricos? ¿Significa que entona un mea culpa por la pirámide de Ponzi? ¡Pues no! Y esto es también típico. La solución: más laissez-faire, venta al mejor postor de tierras y personas. Eso sí, es un poco patético que el señor Montoro no haya reparado en que la ley de la jungla en que tan ciegamente cree, que tan seriamente nos aplica, se la están aplicando a él y a España los tiburones de por ahí fuera. Ya se sabe, devorar o ser devorado, a ser posible con una sonrisa.